Era finales de julio, el cielo se encontraba despeado y el clima er
n la bienvenida a una hermosa novia enfundada en un precioso vestido blanco. Era una creación exquisita de encaje y
mientras avanzaba tomado del brazo de su padre. Este le veía con una sonrisa,
ado de toda su familia y amigos; quienes los veían co
te el altar. Sus ojos le habían atrapado desde el mismo instante en que atravesó aq
atravesado la catedral, pues cuando
te pido que a la hagas muy feliz -le dijo Lucas, quien con l
n importar lo que suceda -respondió Alexander sin d
ció Lucas mientras soltaba la man
, el sacerdote pronuncio bellas palabras sobre la importancia de la decisión que habían to
os a su alrededor aplaudieron con júbilo; en tanto que el
los esposos abandonaron la Catedral, ru
e las cuales eran rosas blancas; mesas en las que se serviría u
desearles lo mejor. Lo cierto es que no conocían a la mayoría de estos, pero eso no
ción. Alexander se puso de pie, tendiendo su mano hacia Emilia con gal
pretar una pieza en verdad romántica. Alexander coloco sus manos en torno a la cintura de E
crepitando en el aire. Hasta que de pronto se fundieron en un tierno beso, regalándose una cálida
de pronto otras parejas se les unieron y la música se tornó más aminada. Alexander entonces la
an amor que se reflejaba en cada una de sus acciones. Era claro para todo aquel que pr
vanto sus copas con alegría. Alexander decidió
stado más seguros de que esto es lo que deseamos. La amistad y cariño que siempre ha existido entre nosotros era tan fuerte que dio paso al amor, al deseo de compartir el resto de nuestras vidas. Encontré en Emilia u
como un signo de cariño, mientras
mbos éramos tan solo un par de niños que corrían por estos mismos jardines. Sin embargo, no puede evitar notar en quien se convirtió; un empresario exitoso e inteligente, un homb
por sus palabras y es que no era p
on entusiasmo, ambos se escabulleron tratando de que nadi
de ambos se dieron cuenta de sus intenciones. Les alcanzaron
y tampoco se les pidieron; pero que eran bien recibidos por ambos. Sabían que s
continuaban hablando e intentando p
vez, que tienen cosas más importantes que hacer que escuchar a
una buena vez la puerta del auto para acerca
do y de todos, no se preocupen por nad
rarle que sería de ese mo
, alejándose de la mansión; ambo
Tu discurso fue conmovedor, no lo
, no soy tan espontane
so vi correr lagrimas mientras hablabas. Si no supi
o está sudando -le hizo ver Emilia de
uró a liberarla, colocando
Aunque hubiese preferido que fueses más romántica, las perso
o esa clase de mujer. ¿Es que acaso debo recordarte p
es que hacerl
tre nosotros y uno con fecha de caducidad. Este matrimonio no e