ÓL
e Callen I
de Nu
voz rica y profunda desde las
respiración. El latido de su corazón resonó en sus
ediato. Era el director ejecutivo de Callen Internatio
or asomo lo que se consideraría amigos. Y él no parecía
las palmas de las manos. «Hola». ¿Por qué su voz tenía qu
tarde para que
había renunciado a los hombres y, en cambio, había centrado toda su energí
rías este contrato de inmediato. Cuando fue a buscar el sobre, sus dedos se rozaron. Una pu
ban los segundos, pregun
z para recogerlo, acercando sus rostros. Al enderezarse, él la miró como si la viera como una mujer en lugar de como una asistente legal del departamento legal de Callen. Sabía
dejo que te encargues de eso". Se giró para volver sobre sus pasos al ascen
per
l ascensor al final del pasillo. Su escape estaba tan cerca y, a
sperar su respuesta,
uzar el suelo de mármol. No sabía qué era más fuerte, si el clic-clic de sus tacones o el latido
to, ella observó su entorno. Detrás del escritorio del Sr. Callen se alzaba una pared de ventanas. A tanta altura, o
ba absorto, ella continuó su recorrido visual por su oficina. Le recordó a un museo con sus impresionantes esculturas, a
enían eso en común. Quiso cruzar la habitación y examinar los títulos, pero al mirar al Sr.
parece la
as estanterías que iban del suelo
ti? ¿Te
no juguetear con el dobladillo de
n del quincuagésimo aniversario de la em
na incorrecta? Sus manos entrelazadas se apretaron mientras su mira
scritorio". Iba a dejártelo antes de irme a casa. No era la única que no iba a la fiesta.
uardia con el jefe, así que me fui rápido, p
sa a su lado. Era un hombre intenso que exigía solo lo mejo
hombros. "Me
trabajar allí arriba, en esta torre de marfil, también era una condena de aislamie
abeza. «Así t
punto de preguntárselo, pero lo pensó mejor. Tenía
áginas. Audrey luchaba por permanecer quieta, esperando y preguntándose por qué quería que per
ro qué? No eran sus miles de millones ni su poder. E