obligarse a mover las piernas, como si el cuerpo se le hubiera dormido por el impact
da. Apenas pasó la puerta de su oficina, cerró detrás de sí, se apoyó contra la ma
de ser
te. El sol de la mañana proyectaba sombras largas sobre su escrit
ningún archivo. No tocó el teclado. Solo se quedó allí, con la vista
era po
podía
ahora, ju
¿está
ñera asomada por la puerta. Lucía, con sus trajes coloridos y su honestidad brutal,
agregó, entrando con u
rto? -intentó bromear Valentina, a
de que el muerto
nto. Luego suspiró y se pa
CEO... l
ó las cejas,
onferencia", o tipo "fue mi ex
rró los ojos
segu
tida y escandaliza
o. Desde el p
Lucía no iba a parar hasta saberlo. Y, en el fondo,
a. De esas que te marcan. Éramos inseparables. Pero yo siempre tuve claro que quería irme a estu
o volvis
al ascensor, me miró, dijo "Hola, Valentina" como si
entre diverti
ló con tono sexy-veng
soltó una
Más seguro, más... frío. P
¿Sentis
lgo parecido a una p
o una mano e
as a manejar. Vos no sos la
que iba a tener q
os ojos y le recordás que puede ser CEO, pero vos sos la
miró. Sonri
juro que no sé có
ble. -Le guiñó un ojo-. Ahora, levanta
io y corrigió los labios con un rojo discreto pero elegante. Se a
s la
uerte. Má
no vas a sal
la oficina con paso firme-