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Historia

Capítulo 4 Sentimiendo creciente

Palabras:1151    |    Actualizado en: 26/04/2025

Sé que soy una decepción para él, pero desearía

del pasillo, observándonos con los ojos abiertos. Genial

se da la vuelta y se va, deja

o, aunque sus ojos no se encuentran con los míos.

por qué. Se aleja sin decir nada más, y yo me ace

ente. -¿Una primicia sobre por qué el fisc

o, no quería escuchar a escondidas. Solo buscaba un

go, en un momento inesper

cen los periodistas?,

te eres el m

a-. Estoy a punto de volver

evuelve la frustración. -Bueno, ahora tienes material de sobra para tu his

muestre la ciudad esta tarde? Sal del hotel un rato. A cambio, escribiré un artículo elogioso sobre

brillo de sus ojos marrones, cómo la luz del sol se refleja en su cabello castaño

lrededores, señorita Bal

-Por favor, llámame Tamara . Conozco los mejores luga

o. Quizás esta entrevista no sea

o. -Bueno, pues impresióname. ¿Qué i

teles y la fruta recién hechos. Luego podemos pasear por Central Park y te enseñaré el estanque con los veleros y la fuente Bethesda. ¡Ah! También d

irándome expectante. Su entusia

uena divertido -admito-. Y sí,

íe radiante

un buen rato, y si escribe una buena historia sobre mí, podría ganarme el apoyo de la gente de mi país. Y cuando tenga más ciudadan

unto, ofreciéndole mi brazo

me toma del br

el pasillo. ¿Un día con una mujer encantadora y nadi

ranquilamente, y veo un grupo de guardias re

do escaparme, me arrastrar

puerta más cercana, arrastrándonos a ambos hacia adentro

s paralizadas, pecho contra pecho en el armario oscuro. Soy muy consciente de su cuer

estado tan cerca de muchas mujeres, muchas veces, y

la. Támara me mira con esos grandes ojos de c

os unidos en este íntimo abrazo. El aire se siente eléctrico. Támara separa ligeramen

y me doy la vuelta. -Eh, deberíamos

salgo, aturdida. Támara me

r aquí. Vamos. Conozco una ruta secundaria que podemos tomar

el efecto embriagador que me causaba estar tan

l hotel, apreciando su andar seguro y su perfil suav

MA

concurrida calle de Manhattan. ¡No puedo creer que ca

s un trabajo profesional. Necesito que la

en la oscuridad, se sintió... bien. Natural, incluso. Y la

un taxi. Armando se desliza a mi lado, rozando mi

?, pregunta con ese

do sonar despreocupado. -No puedes visitar Nueva

íe. -Tengo m

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