ma de su gloria, se suicida misteriosamente. Pero yo, Scarlett Hewitt, no bailo por la fama; bailo
suicidio falsificada de Sasha y desafié abiertamente al asesino a venir a por mí. Todo se desenvolvía como lo había planeado... hasta que la figura enmascarada
anterior, Alejandro Vega. De repente, la trampa no era para el ases asesino, sino para mí. La gente enardecida gritaba "¡asesina!", creye
rampa tan elaborada, tan siniestra... Pero no permitiría que ganara. No terminaría como una villana en su retorcido cuento. Habí