oduc
l de La Rioja se filtraba suavemente
adera vieja de la bodega llenó el air
me recorrió, no del frío, sino de u
un cuerpo diminuto y peludo, ladrando desespe
que una vez fue mío, sonriendo mientras el veterinario i
, habitar mi cuerpo, celebrando mi muert
s: mi prometido, Javier
todo por la herencia y la bodega fami
aba, robada de mi vida y condenada
la crueldad de su plan era
is propias manos, no l
, no el pelaje blanco y r
rena
e mi compromiso, el día exact
oria de mi muerte y una sed insaciable d