n que ella cumpliera con algunas de las tareas del hogar si quería quedarse, y que lo mejor sería evitarlos cuando estuvieran en casa, tenía que levantars
o se despertaran, planeaba desayunar rápidamen
sirvienta, mirándola un poco inquieta. Según Nancy, la chica era solo una niña que aún debería estar bajo la protección de su madre viviendo sin pre
l futuro. Y por favor, no me llames más señorita Leona. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo? Dime solo Leona", le recordó con una sonrisa. A pesar de ser la se
olo que no podía hacerlo. Para ella, llamarla simplemente por su nombre significaba que la señorita se había convertido en una sirvie
levaban el uniforme y uno de ellos mascaba chicle con rudeza. Leona los reconoció de inmediato, pues también eran estudiantes de esa institución. Se trataba de Renzo Zhan y Dillon Li. Estos dos eran los clásicos sinvergüenzas que nunca ac
tendrías que hacer eso. Yo te buscaré hasta tu casa y luego te llevaré de regreso al terminar las clases. Es más, tampoco necesitarías esos trabajos de medio tiempo. Como tu hom
uy pequeña, incluso siguiéndola en secreto después de la escuela, nunca había experimentado una situación cómo en la que se encont
por la vergüenza. Seguidamente, luchó por deshacerse de ellos, gritando
mos en la puerta trasera de la escuela? Apenas unos pocos estudiantes pasan por aquí, así que es inútil que grites. Lo que pued
hicos, de modo que por puro instinto se volteó hacia Dillon, que todavía la sostenía por la espalda, y en un rápido movimiento alcanzó a arañarle la c
ha como ella tuviera la audacia de arañarlo. Luego, enfurecido, la abofeteó con fuerza provocando que la chica cayera con
seguido, se raspó una mano al apoyarla en el suelo tratando de ponerse de pie, mientras con la ot
a me gustas más. Así es más divertido. Ven aquí, Leona. Deja que tu hombre te dé amor",
evantándose abruptamente para salir corriendo, sin prestarle ate
fuerte, mejor, eso me encanta", repitió Renzo, alca
ta principal la gran mayoría de las veces. Con respecto a Leona, le gustaba entrar y salir por allí debido a que no era un lugar que se abarrotaba de estudiantes. Ella había estado usando la puerta trasera desde que lle
ra que alguien la rescatara. Para su fortun
ugido sonó sobre la cabeza de la joven. Al alzar la mirada descubrió que era York, lo que l
urioso. En seguida, puso a Leona detrás de él, y les gritó a Renzo y a Dillon: "¡Son unos bastardos!". Dicho esto, en un solo movimiento l
a derribarlo con un tacle a la cintura. Al salvador de Leona solo le tomó un par de segundos noquear a los dos revoltosos. Luego, apuntándolos con el ded