sus hijos!", supliqué, arrodil
perfectamente la figura de Ricardo Guzmán, el hombre que amaba, el padre de mis gemelos. Estaba de pie, alto e imponente, con una expresión de hielo en su rostro. A s
mi voz se quebró, "¡Son niños inocentes, no ti
desprecio que nunc
, tan fría como el metal, "No te va a matar, ¿por qué tanto escándalo? Como mi
arlatán de las redes sociales que había convencido a Ricardo de que mis hijos nonatos arruinarían la suerte
grité, tratando de aferrarme a su pantalón, pero é
o de diseñador y habló co
uy claro, si queremos que mi nueva línea de ropa sea un éxito internacional, no
su mirada fija en Camila, llena d
la puerta. Sus ojos eran pequeños y codiciosos, evitaban encontrar los míos. Dos hombres corpulentos,
me hagas esto!", mis gritos eran inútile
ua, una especie de consultorio improvisado con una camilla en el centro. Me forzaron a acostarme, sujetando mis
jeringa en la mano. La aguja bril
erá rápido", dijo si
Asesino!", le esc
ndió por todo mi cuerpo como fuego líquido. Grité, un sonido animal y desgarrador. Dentro de mi vientre, sentí a mis bebés agitarse frenéticamente, una última
s estaban inmovilizadas, mi voluntad era aplastada. Mientras el dolor me consumía y la c
a, llegaron las risas
clara y alegre, "¡Finalmente nos libramos de
stro éxito", re
ad me envolviera. Mis bebés fueron extraídos a la fuerza de mi vientre, dos pequeños cuerpos que n
habitación, la misma que había decorado con tanta ilusión para la llegada de los gemelos. Las cunas vacías en la
con un tazón de so
sto. Es una sopa para purificar el cuerpo y alejar lo
mis hijos y ahora querían "limpiarme" como si fuera un objeto sucio. La ira me dio una fuerza que no creía tener.
ero ver a nadie!", g
mi mente, pude verlos. Dos pequeños rostros borrosos, dos pares de manos diminutas que se extendían hacia mí. Mis bebés. Les susurré sus nombres, los nombres que había elegido en secreto, los nombres que Ricardo