za redoblada. Me agarró de nuevo por el brazo y me arrastró fuera del despac
querer cooperar", dijo Ricardo, arroj
on cada movimiento. Me sentía
on en la chimenea. Sobre la repisa, había un pequeño objeto de jade, un colgante en forma de dos peces entrelazados que mi madre me h
a la chimenea, tomó el colgante de ja
samente suave. "Dijiste que era para
ntentando ponerme de pie. "
ning, y cuando abrió la mano, el hermoso jade verde estaba hecho
se pequeño objeto se sintió como si me hubieran apuñalado el
con regocijo. "Y ahora vamos a limpiar esta c
ecto siniestro, vestido con túnicas oscuras. Era "El Gurú del D
dijo con una reverencia exagerad
raído la desgracia a mi casa. Creemos
queó, lo cual me provocó una arcada de asco. Luego, sacó un
Una energía de engaño y malevolencia. Ha estado practicando magia negra para ata
me habría reído. Pero viendo la cara seria y
están pagando para q
ó una mano al
la, Ricardo, está tratando de hacerm
cia mí, con los ojos
ió. "¡Confiesa qu
é, la desesperación
a!", orden
os brazos, presionándome contra el suelo. Luché, pero estaba débil y superada en número. El "Gurú" sacó un pa
oz era una amenaza mortal. "Firma y adm
ir", respondí
eció. Se inclinó hasta que su
hombres vigilando su pequeño estudio de arte. Una palabra mía, y puede tener un..
do por mí. No podía permitir que le hicieran daño por mi culpa. Era inocente. La
ificio. Miré el papel, la confesión de crímenes que no eran míos. Miré a Ricardo, al
ión esta
ije, con la voz va
n a arrodillarme sobre el suelo frío, con las sirvientas todavía sujetándome. Con la mano temblando, presioné mi pulga
siempre. La Sofía que una vez existió, la que amaba, la que soñaba, habí