lenta sala de la familia De la Vega, observaba la escena con una calma casi depredadora. Su hija, Valeria, radiante y nerviosa, sostenía la m
lidos de su propio hijo, una mujer cuya reputación la precedía como una tormenta oscura. La leyenda de Sofía, la mujer que había "divorciad
cortar con un cuchillo. Las tías y primas de Ricardo revoloteaban alrededor, un c
dijo una tía con un peinad
á de Va
esentación, sino de confirm
onrisa genuina que
tía que colecciona porcelana, R
descolocada por
ndo la atención. Su voz era m
Valeria, mija, eres como una flor. Ri
preludio de una emboscada. Durante la cena, la conversación fluyó con una normalidad tensa. Don Fernando, el esposo de Doña Elena, p
del postre. Doña Elena se l
esta ocasión. Una receta de mi bisabuela, un f
ñado en un caramelo oscuro y espesso. El aroma era delicioso, pero Sofía notó algo más. Al lado del fla
de árbol especial. Le da un sabor único. Especialmente para ti, Valer
que no tocaba sus ojos, la roció abundantemente con la salsa
ia le había contado a Ricardo que no toleraba el picante, que le provocaba una reacción alérgica
nvenida. Era una de
sa. Miró el postre, una trampa perfecta disfrazada de tradición familiar. Su mirada se cruzó con la de Sofía por un inst
tías empezó
Valeria! ¡
de lo que t
se esmeró m
linó ligeramente en su silla, sus músculos tensos. No iba a intervenir todavía. Necesitaba que V
eptible, metió la cuchara en el fla
eca de dolor. Sus ojos se abrieron de par en par y se llenaron de lágrimas. Intentó tragar, pero
guntó Doña Elena con una falsa inocen
s buscaba desesperadamente un vaso de agua. El silencio en la
ojos. En ese instante, Sofía no sintió solo rabia. Sintió una familiar y fría determinación. Había llegado a un nuevo campo de