o, un recordatorio gélido de mi último alient
, era el peso de la traición de mi
ación, el honor robado por el diseño de mi abuela.
oscurida
luz solar en mi viejo cuarto de la academia, la fe
previo de la
ella, la espalda de Marco, la soledad y desesperación. ¿Cómo pu
tan ciega, para no ver la manipula
l conocimiento es mi arma
ella, Isabella, con la misma sonrisa fals
a mi boceto. Pero esta vez, l
cabó el juego. La venganza es un plato que se