baba de terminar. El dolor en mi pecho no era físico, era el peso de una traición tan profunda que me había ahogado, la traición de mi propia sangre, mi prima Isabella
por un diseño de vestuario que ella me robó, un diseñ
ridad. Una caída
... ahora
ntana de mi antiguo cuarto en la academia, el mismo cuarto del que fui expulsada. Mi mano temblorosa buscó mi teléfono s
uerta, habí
momento justo ant
Recordé cómo Isabella, con sus ojos de serpiente y su voz melosa, se había acercado a mi mesa de trabajo. Recordé cóm
miento era mi arma, el d
sonrisa falsa y la misma mirada codiciosa que recordaba tan bien. Llevaba una bandeja con
no endulzado. Sus ojos se desviaron hacia mi escritorio, donde reposaba el boce
a sonreído, ingenua, y le
vez
moviéndose con una determinación que la sorprendió. Me i
sonó fría, desprovista de la cali
ntino cambio. "Solo... solo quería v
fija en la suya, sin pestañear.
alma aterradora, me acerqué a su bolso, que había dejado sobre una silla. Metí la mano y saqué la pequeñ
eniéndola frente a
rías ver de ce
us labios se separaron en un jadeo silencioso.
de qué hablas,
bitación de par en par, revelando el pasillo donde otras baila
curso más importante de nuestras vidas!" declaré con una voz clara y f
ara que sostenía en mi mano y en el rostro aterrorizado de Isabella. La primera ba