. Pero algo andaba mal. Se veía... pequeño. Intenté ponérmelo en el dedo índi
a la llamada de Damián, me había dado el anillo equivocado. Este no
tado. Un botón de pánico, probablemente le había dicho a él. Dudé solo un segundo antes de pr
alarma, sino con una voz. La voz
ata. Pensé que ibas a p
ra un murmullo bajo,
le a Eleazar su regalo. Sabes lo frágil q
sollozó Damián-. Diji
Voy en camino ahora mismo
-Su voz estaba llena de una
mentiría
sonido que acababa de escuchar mientras la alejaba de mí. Solía llevarme a pasear en ese helicópt
ba sentado a mi lado, sosteniendo mi mano y mintiéndome a la cara. El
esvaneció y luego regresó. Est
lí, en el terreno adyacente, había otra casa. Una mansión de crist
i mano volvió
llante con una falsa emoción-. La mandé a construir
Cata -tartamudeó-.
vemente-. Ahora, me quedaré contigo to
vibró. Un me
risis. Tengo que quedarme y ayudarlo con este nuevo proye
as nublaron mi visión. Podía comprarles a dos hombres dos mansiones idénticas. Podía susurrar las m
y vergonzosa, escondida mientras ella v
ue esta pesad
dio. No dormí. Dibujé. Vertí todo el dolor, la traición y la furia en la página. Tenía que gan
viva. Un diseño que era a la vez hermoso y roto, elegante y llen
rrador inicial. Mi mano temblaba de agotamiento. Al dejar el láp
nuevo. Damián e
ta. Quiero estar contigo en público. Qu
Había construido toda esta elaborada mentira para proteger su imagen, para mantenerme como su trofeo perfecto y roto.
a voz de Catalina
ka
a palab
s fuerte que