adre y el apellido Hamilton facilitaron las cosas; lo que debería haberle llevado meses se convirtió en cuestión de días. Reclamaba su nacionalidad británica, a la que había renunciado voluntariam
absurda que ca
arillos de Gucci por grises y marinos apagados que Brooks consideraba "apropiados". Aprendió a cocinar las comidas insípidas y sanas que él prefería. Renunció a las fiestas ruidosas y a madrugar para pasar las tardes leyendo en una habitación separada de su marido. Lo había in
amó a su amiga Chloe, una mujer que había sido testigo de su larga y dolorosa obsesión con una mirada comprensiva. "Chloe, inv
ks dijo que era 'indecente'?",
uelas con la espalda descubierta, de las profundidades
si Brooks
o cuánto le gustaba. Vestida de rojo brillante, ya no era la pálida y tranquila esposa de Brooks Kane, sino una estrella fugaz, y todos volteaban a verla cu
dejó llevar por la música y se movió con una libertad embriagadora. Bailó con desconocidos, dejando que sus manos se posaran e
una copa. Se inclinó hacia ella, rozándole la oreja con su
cara y sus cuerpos se balancearon juntos. Era un coqueteo sin sentido, un recordato
el rostro pálido por el pánico.
otro lado reservado de la palpitante y sudorosa pista de baile, rodeado de su habitual círculo de aduladores de Wall Street, pero parecía totalmente fuera de lugar, como un iceberg en medio de un volcán. Tenía un impecable traje negro, con una postura rígida. Era una
or encima de la música: "Rayos, Brooks, tu mujer está h
z plana, carente de toda emoción. Era como si estuviera observando a un extraño. El
, volvió a caer en un abismo. ¿Qué estaba haciendo? ¿Intentar
uerpo se puso rígido. Le tembló el vaso que tenía en la mano. Su mirada, antes fría y vacía, brillaba ahora con una intensi
pecto perdido y frágil, vestida con un sencillo vestido blanco. Hablaba con un joven, con la cabeza
el Santo de Wall Street desapareció, siendo sustituida por una mirada de furia primaria. No caminó, sino q
egaba hasta Chastity, y la agarró del braz
eguntó el hombre con un g
expresión de miedo y adoración. "¿Brooks? Solo... m
"Lárgate", gritó, y el hombre, al ver la mirada en sus ojos, retrocedió prudentemente. "No deberías estar en un
cerrada para siempre. Ahora tienes una esposa",
ella, sino de ti". No podía decir la verdad: 'No soporto la idea de que otro hombr
aldad. Ahora todo tenía sentido, se había casado con ella para poner una barrera entre él y Chastity, como un
archarse, incapaz de ver un segu
iera, ¿podríamos volver a como estaban las cosas?", pregu
o lado de la sala, con unos ojos que ya no eran inocentes
hica gritó de manera teatral, zafó el brazo
quiera tuvo tiemp
rcana y la golpeó con todas sus fuerzas. Se oyó un crujido nau
y empezó a escuchar la música distorsionada. Sintió una humedad
a el cuello roto y dentado de la botella, con una expr
las rodillas y todo a su alrededor se oscureció. Su último pensamiento consciente fue la mirada fría e