ó el borde de su vaso y se deslizó por la superficie pulida. Aho
ros. ¡Mierda! ¿Acaso acababa de
laine con una ligereza fingida. Se levantó y le tomó la mano. Sinti
a retirar la mano, la voz de Owen cortó el aire, fría y tajante
ra de la mesa. Una sonrisa ladina se dibujaba en sus labios, pero su mirada penetrante la escrutaba con
a la mano, la mirada de
a ajeno a la tensión y reanudaba sus conversac
ermanecía sobre la de ella, y su cercanía se volvía asfixiante. Arabella se apartó l
da suplicante hacia Owen, esp
sus dedos tamborileaban un ritmo ausente sobre la mesa; una señal de
aire, pero Arabella permanecía rígida, con una incomodida
wen, tampoco quería que Blaine siguiera acosándola. La tensión
con una familiaridad inquietante. "Señor Murray, siempre me ha intrigado el lenguaje de señas. ¿
s sutilezas de la etiqueta corporativa, entendía perfectamente que la petición de Blaine cruzaba una línea. Ella no
la piedra. El corazón de Arabella latía con fuerza, sus ojos
que la heló hasta los huesos. "Por supuesto, siéntase lib
de Owen, pero ofrecerla tan fríamente a Blaine era una crueldad que no había
apar, Owen se colocó frente a ella, con una mano pesada sobre su hombro. "Señorita Butcher, Blaine tiene mucho int
solo a ella. "Quieres que tu padre consiga la libertad condicional por motivos
esesperación al ver la expresión cruel e indiferente de Owen.
areció una eternidad, abrió lentamente los dedos y se resignó a la situación. La salud de Kristian empeoraba con rapidez; necesitaba desesp
volvió a apretar los puños, con l
e con una risa cargada de admiración forzada. "En cuanto al t
ucía a Arabella fuera de la sala. Su risa comp
en sombras, impenetrable, observánd
las manos de Blaine se aferraron con crueld
uerpo se desplomó sin fuerza, como un
oltó una carcajada fuerte y burlona. "¡Lo sabía! ¡Owen no pudo resistirse
su interior. Empezó a debatirse, con el corazón martilleándole en el pecho. ¡No! Aunque
, ¿y ahora de pronto te pones difícil?", la voz de B
a él con todas sus fuerzas. Pero Blaine era imponente,
. La mueca de Blaine se ensanchó y soltó una risa áspera. "¡Owen sí que sabe
cieron en los ojos mientras gritaba en su mente: "¡Suélta
aicionaba, dejándola atrapada en el silencio. Jamá
acaso alguien la oiría? ¿Acaso alguien querría ayudarla? La desesperación la envolvió, tan pes
smo, declaró: "Nunca he jodido a una muda. Esto se
luchó con fiereza, lo que le vali
erberó en su cráneo y l
que le quedaban, Arabella agarró una lámpara de la mesita de noche y, con los diente
l mientras instintivamente se lleva
mpujó, le dio una rápida patada en la
s de Blaine llenaron el aire mientras la perseguía. El corazón de Arabella latía con pánico mientras corría, co
censor brillaban c
an solo pudiera alcanz
rieron con un silbido inesperado. Allí, como un espectro surgido de sus peores pesadillas, estaba O
dez mortal. ¿Qué demonios? ¿No se suponía que Owen se había ido? ¿Por qué había regresado j
ntener se quebró. Miró a Owen con lágrimas resbalando por su ros
"¡Ahora sí te tengo, maldita perra!". La voz, inconfun
jos brillando con una intención cruel y la boca torcida en una sonrisa siniestra. En un acto impulsado por el más puro instinto y un mie