adre. Jhonson era un adicto al trabajo, sin embargo, nunca descuidó a su pequeña hija, el poco tiempo que tenía libre y que no podía llevar
ia, todo lo que pedía, su padre se lo concedía. Una tarde de abril, caminaban por un parque, vio cómo su padre se desvanecía ante sus ojos, unos transeúntes ayuda
que mi papa se muera – contestó ella ahogada por el llanto, él sonrió, limpio sus lágrimas – no le va a pasar nada a tu papá, no te preocupes – consoló él a aquella pequeña niña. - Acompáñame a la cafetería, tengo hambre – susurro como un secreto Richard guiñado un ojo, la tomo por la muñeca y la llevó hasta la cafetería – ¿qué quieres? – pregunto él, ella sintió que algo muy dentro se movió, aquellos profundos ojos negros con cálida y tierna mirada la habían atrapado. – agua por favor – pidió ella, el asintió. – ¿Quieres entrar a ver
Cortez, está listo para ir a casa – ambos sonrieron, - esto es para ti pequeña – le entrego una pequeña hoja "Jamás permitas que se apague tu chispa, que nada ni nadie opaque tu brillo R." tenía dibujada junto a
liría quince años y quería hacer de esos días inolvidables para e
olo a tierra, era ella quien frenaba los ataques de espontaneidad y locura de su amiga, Andrés por su parte, era un año mayor que ella, y un poco más m
to Thamara al ve
aludo Yulieth a su amiga, And
va todo – con
mente al estar todos en su conferencia, Yulieth levanto l
Thamara ahora? – pregunt
ero conocí un hombre marav
Yulieth a su amiga, Thamara saco
resp
r R – bromeo Yulieth, Andrés soltó una son
á el hombre de mi vida. – respondió Th
os necesitoooo –
rmano a ver si me puede
edo – resp
erte, puedo enviar a alguien
mita, si el mismo no
ermano
verdad
espero Yulieth. – corto la
resó con la voz de pase, Luis giro en su silla quedando frente a ella con una sonrisa – ¿puedo ir donde Thamara? – pregunto Yulieth a su hermano – creo que permaneces más con tus amigos que aquí en casa – se quejó Luis – es que parece que conoció a un chico que le gusta y quiere hablar de eso – Luis arrugó el ceño – ustedes están muy chiquitas para pensar en esas cosas. muñequita, no me gusta nada esa niña, prométeme que tú jamás harás lo que esa niña te
eza que parecía una palmera – señor Luis, cómo está usted – Luis le lanzó una sonrisa hipócrita a aquella niña, el solo tenía dieciocho años y un