oto de mi prometido con una
ón aterrizó, había
ntras me buscaban. Mi prometido, Mateo, ahora estaba casado con e
ó una caída por las escaleras, me culpó a mí. Para castigarm
dad asfixiante, pe
staba actuando para
ta. He despertado el día de mi boda. Mis p
ítu
Herrer
ción de Escándalo Hoy hizo estallar mi v
como una promesa. Mi dama de honor, Camila, estaba en el baño, tarareando un
ado pe
EL MAGNATE TECNOLÓGICO MATEO GARZA Y SU CITA NOCTUR
se me det
inclinada cerca de una mujer más joven afuera de un bar con poca luz. Su mano estaba en el brazo de ella. El rostro
ba. Brenda Soto. Una
ración se volvió corta y entrecortada. Esto no podía ser real. Mateo no. No el hombre que había ama
baño, con la ca
ien? Parece que v
r. Solo le ext
ron la pantalla,
o es basura de tabloide. Sab
concentrada. Conocía esa mirada. No est
surré, mi voz era
a llamarlo. Hablemos c
me venían encima. El hermoso vestido blanco sobre la cama parecía burlarse de mí
casa. Conduje
de boletos más cercano,
ional que salga -dije, con
ara surcada de lágrimas
mo es a París. Abor
to
no se me escapó. Pasé por seguridad como en un trance, el artículo ardiendo detrás
eció una bebida, su sonrisa compasiva. Solo negué con la cabeza, incapaz de formar palabras. El zumbido de los motores era una
el sol entraba a raudales por la ventana, dura e implacable. Me palpitaba la c
de desplazamiento. El aire olía diferente. La moda era... extraña. Más elegante, más futuris
stinto, una necesidad cruda y primaria, fue llamar a m
r. Estaba muert
orma que nunca había visto. Un hombre a mi lado, al notar m
? Hace años que no
sangre s
gnoré las docenas de mensajes frenéticos de Camila
rabado, frío y automatizado. "El número
ó la garganta. Intenté con el núm
zando a temblar de nuevo. Intenté con
erada. Quizás cambiaron sus números. Quizás se mudaro
alquier auto en el que hubiera estado. Le di al conductor la dire
ojos encontrándose con los míos en el esp
áficos. Cuando llegamos, la casa de mi infancia ya no estaba. En su
ando del auto-. E
res en mi celular. Miró la foto, luego a
to mucho. Hubo un accidente. Un choque d
dad se desvanecieron en un rugido sordo en mis oídos
años
rando condolencias que no pude procesar. Mi m
n el puesto de periódicos p
bía ido
ese avión dura
s estaban muertos. Habían muerto buscándome. El pensamiento era un trozo de v
is padres se habían ido. La
daba una
Su nombre todavía estaba allí, un doloroso record
aparecí el día de nuestra boda, pero accidentalmente viajé en el tiempo cinc
casa, ni familia. Solo un nombre en un ce
quiera había tenido la presencia de ánimo para quitármelo. Lo saqué. El diamante captó la luz
e se suponía que nos mudaríamos después de la boda. Una hermosa c
tentarlo. Te
ó una vez. Dos veces. Mi corazón
Bu
nte. Más profunda. Más fría. Despoj
cir, las lágrimas
rga pausa a
ién
. soy
tan pesado que pensé que
z plana, sin emociones-. Despu
egunta. Era u
ndo a borbotones-. Algo pasó. Me subí a un avión, y... y at
aparecer el día de nuestra boda, dejarme plantado en el altar, y volver
ente-. ¡Sé que suena loco, pero es la verdad! Estoy en el aerop
har el débil sonido de música de
reguntó, su tono
mi ubi
-ordenó-. N
ea se
es un dolor físico en mi pecho. Cuando su auto se detuvo -un modelo elegante e incr
stado allí antes. Llevaba un traje a medida que gritaba poder y riqueza. Pero eran sus ojos lo que más había cam
r en sus brazos, queriendo el
ollocé, b
, su rostro una m
me t
rte que una bofetada. Me congelé,
-se burló, su voz goteando desprecio-. Cinco años de silencio, y reg
odo mi cuerpo tembland
ebería creerte? Me dejaste plantado. Me humillaste. Me rom
tratando de hacerle entende
aste, no preguntaste. Simplemente huiste. ¿Y ahora es
n muertos, Mateo. Murieron en un accidente de c
Por un instante, vi algo en sus ojos: sorpresa, tal vez incluso dolor. Pero
. Fui yo quien organizó el funeral. Fui yo quien te buscó durante dos años, Sofía. Dos años. Gast
injusticia de todo desgarrándom
. Miró más allá de mí, su mirada se
suave y femenina l
ó en hielo. Conocía esa voz. O má
ntir su presencia detrás de mí, una sombra ca
perdiendo su dureza, reemplazada por una gen
su mano protectoramente sobre su vientre hinc
ujer de
llena de una simpatía empalagosa y fa
a embarazada. Mis padres muertos. Mi casa, des
e, mis piernas amenaza
rando para correr, para ir a
mente devastadora en su verdad-. No tienes dinero. Ninguna identificación que sea vá
era un fantasm
locando una mano suave
asado por mucho. ¿Por qué no la llevamos a casa?
golpe físico que me dejó sin aliento. La
c
é planear la distribución con Mateo, reír mientras elegíamos los colores
mi prometido. En mi casa. Y me estaba in
e Brenda al mío, destrozado. Suspi
be al aut
ma que no reconocí. Mateo me abrió la puerta del copiloto. Sin pensar, me mo
lestia cruzó su rostro. Pero antes de que pudi
i asiento. El bebé se
. Guió suavemente a Brenda al asiento del c
esto. ¿Es
. Yo era la que estaba fuera de lugar. Rápidamente me de
La música que sonaba no era mi banda de rock indie favorita; era un jazz suave y
rdatorio de que
encio, el peso de cinco años oprimiéndonos. El auto se d
a que habíamos planeado había desaparecido. Había sido reemplazada por una estética fría y mini
no reconocí tomó
a una amenaza potencial-. El señor Garza ha dado instrucciones de que revisemos sus p
. Escucharlo de nuevo, tan clínicament
me estaban tratando
solo una invitada. Era una intrusa. Una intrusa peligrosa e inestable
él mismo? -pregunté, mi voz teñida
ciló, desconcer
hacia mí, con la m
a una mosca. -Sus ojos, sin embargo, contaban una histori
ra de la casa. Y
era de la casa. La puerta se cerró y finalmente estuve sola. La represa cuidadosamente c
es. Mateo. Mi bebé... El pensamiento vino sin ser invitado, un secreto que había guardado celosamente durante lo que
o hasta que quedé vacía, hueca.
nta me había devuelto con un resoplido de desdén.
Era el boleto de regreso de París. La fecha
imposible
no de r
speranzador. Siete días. Tenía que sobrevivir siete días. Y luego podría d
omo una oración. Era mi único salv
ía hacerlo. Ten
-