img Novia Renacida, Ya no tu víctima  /  Capítulo 3 | 27.27%
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Historia

Capítulo 3

Palabras:1196    |    Actualizado en: 17/10/2025

Herrer

vuelta. No quería que viera la patética gratitud

o lo hago por ti. Lo hago por ellos. Es lo menos que se merecen después de que... -Se interru

znido seco. Huí de la habitación ant

urante dos días estaba arrugada y manchada. No tenía nada más. Nada apropiado para usar en el funeral de

izo saltar. Antes de que pudier

ue llevaba una selección de vestidos negros. La sonrisa de Brenda

teando falsa preocupación-. Le pedí a María que sacara algunas

los vestidos en la puerta del armario. E

por un vestido de seda-. Insiste en que tenga lo mej

do su poder, su lugar en la vida de él. Ella era a quien él consentí

ojos encontrándose con los míos en el espejo-. Más centrado.

mi pecho. No podía usar su ropa. Se sentía como otra capa de

oz tensa-. Pero usar

vaciló por

mente agudo. Se dio la vuelta y salió

el suéter arrugado con el que lleg

Había sido el conductor de Mateo durante años, un hombre a

de par en par por la

ra? ¿Sofía? ¿De

e, una débil sonris

ed estaba... -Se detuvo, su rost

verdad. Las palabr

istoria -dije,

o por un rato, luego F

Despidió a todo el personal antiguo, a cualquiera qu

abía borrado sistemática

ojos en el espejo retrovisor-. La señora Garza... Brenda. La trata como s

a hecho. La última pizca de duda que tenía se extinguió. No fue un rebote.

sola vez. Había sido el comienzo. Se había estado enamorando de ella incluso entonces, mientras toda

al lado de la otra bajo un gran roble. Roberto Herrera.

a en la fría piedra de la tumba de mi madre y lloré, mi cuerpo temblando con sollozos silen

z quebrándose-. Arreglaré esto. Lo p

ional y físicamente agotada. Todo lo que quería hacer era

n el pasillo. Sosten

lta en su lugar-. Hice que en la cocina te preparara

Dudé. No con

risa s

susurro conspirador-. No tienes que fi

e. ¿Cómo? ¿Cómo podía sab

estaba revisando -dijo, sus ojos brillando con un triunfo

r del té me revolvió el estómago. Sentí una oleada de n

contenido de mi estómago en el inodoro. Las arcad

mano, Brenda estaba apoyada en el marco de la puerta, con los b

í con el hijo de otro hombre y recupera

-dije, mi voz temblando con un

resopló-. ¿Nos t

rió. Mateo estaba allí, su rostro como una nube

rostro se arrugó, sus ojos se llenaron de lágri

ía decírtelo así. Pero

íos, se convirtieron en hielo. Caminó hacia mí, su

a? -exigió, su vo

-

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