a estaba sentada en una mesa de exploración, gimoteando, mientras Héctor le sostenía un algodón en
que en calma. Héctor levantó la vista, su expre
hora me estás siguiendo?", se burló, su v
n completamente desconectada de la realid
lar". Di un paso adelante, mi mano yendo insti
on en el silencio,
orpresa, luego se entrecerraron con furia. Miró a Héctor. "¿Embaraza
o a perder a su gallina de los huevos de oro. "¡No puedo con esto! ¡No
, Cyn, bebé, espera!". Le agarró las manos, sus ojos suplicantes
z lo suficientemente alta como para que la multitud de enfermeras y curiosos que se cong
unca lo haría. Ya sabes cómo es ella. Fría. Intocable. No hemos estado juntos de esa
a nuestro hijo, nuestra historia, mi propia humanidad,
omenzaron a nu
¿verdad? La hereder
n embarazo? Eso
ira cuánto ama a Cynth
ma cuidadosamente construido que Héctor y Cynthia habían montado. Mi cuerpo era un recipient
tan inmenso que se replegó sobre sí mismo y s
de falsa simpatía. "Mira, Alejandra", dijo, su voz empalagosamente dulce. "Lo siento por ti,
rador. "Ahora me pertenece. Un hombre como Héctor necesi
ciosa. Luego, hizo algo que destrozó
ando la delicada línea de su clavícula. Allí, tatuada en un
rimer mes", ronroneó. "Es p
de Héctor, que colgaban bajos sobre sus caderas. Justo encima del hueso de la cadera, lo vi. Una i
, sus ojos brillando con malicia. "Pa
ión grandiosa y absorbente que yo había anhelado, la devoción con la que había soñado, se lo había da
que no tenía lugar para mí. Ni para mi amo
tiempo, había sido una broma. Un