o lado se oyen voces cortas, educadas, con un peso que no es del turno. Dos
ra Mon
a Amanda, que se coloca a mi costado co
metal tibio, una sombra de pólvora vieja. Sobre la camilla, un hombre grande, camisa
amédico-. Tórax y bajo vientre. En ruta
aparece sin le
án -dice
aja como una pieza que ven
borde con dos guante
Clara. ¿Quieres que firme
igo a Amanda. E
a los trajes-,
rige el más ancho, pisa
a apenas
te. Obedecen medio pas
o la se
La lámp
nda la deja
un sonido triste. No pienso e
tiene una curva de otra vida. Me pregunto q
digo, bajo-.
l traje alto lo frena con amabilidad dura
? -pregu
aramédico-. Avenida Miramar. Nos s
nifica tiempo; pa
manda, devolvi
a. El dolor se acerca como un perro curioso
x -digo. Qu
de Larra-. Cir
l teléfono: -Yo
a conmig
d -confir
, silencios que pesan más que cualquier ruido. Un traje camina a la par, el otro se adel
a su pequeña victoria: se a
anoche... -deja
respondo,
no perdona. Cierro la cortina.
urmura, último det
n una cadena. Lo g
aci
a lateral. No la abro. No le invento
ería de quien ya vio demasiadas escenas. Romina se cuelga de la circular de control cruzado como de un
cielo. Santa Aurelia existe aunque parezca
Evalúa y me dices. Qu
a; soy alguien que eli
n. Me encuentra y vuelve a apagarse, como si el cuerpo dijera s
medio cuerpo
que no se... -deja la p
n subir la voz. La cor
da un sorbo. El pulso v
tose una pregunta c
...? Quise deci
na -respondo-.
nda respira como si me pasa
z hay elección. Los clava en mí. No hay palabra.
aquí soy función. Y esa palabra me devuelve identidad. No me se
vacío. De este lado, Amanda; del otro, la ciudad que ignora. Larra asiente. Romina prepara un campo c
que no se sep
úo el mantra provis
a una quietud aparente que adentro es decisión. Falta un paso y lo sé. Pero no lo doy aún.
Amanda, muy
era inventar un segundo de privacidad en un mundo que no lo da. Mi r
Afuera, un teléfono vibra en manos de un traje; adentro, el hombre vuelve

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