de ese hombre. Esa mirada que me taladraba aún desde la distancia, desde el piso de arriba, desde la UCI. "Usted. Era usted."
a taza de té caliente frente a
que lo necesit
jos, serios, escudriñaban mi r
l calor me quemó los dedos, anclándome un
i? ¿Por
édica de o
ilbó sua
so es...
surré-.
reclamar su espacio. Pero la normalidad se había quebrado esa mañana y ahora se resquebrajaba aún más. Intenté concentrarme
ser discreto, procedente de detrás del carro de medicam
ella. Qué casualidad, ¿no? Justo el día que llega hecha polvo po
nueva cuyo nombre no record
ella estuvo ahí dentro un buen rato. Solos. Bueno, casi solos. -Hizo una pausa calculada-. Solo digo que es u
tivo. Estaba transformando algo intenso y profesional -algo que yo ni siquiera entendía- en algo suc
sobre mi brazo, una p
le des el gusto.
de...? -Corté la fras
todos son como ellas. -Amanda me giró suavemente para alejarme del foco del rumor-. Tú
es eran como un virus; se propagaban rápido y podían infectar
da, cada sonrisa, cada explicación, un esfuerzo hercúleo. Cada vez que pasaba por delante de la oficia de jefatura, esper
s hombros. Un peso que inmediatamente fue reemplazado por otro: la idea de enfrentarme al silencio de
tacto visual. Romina ya se había ido, presumiblemente a esparcir sus
? -preguntó, su pr
ecesito...
itas lo que sea.
Gracias,
rza me dio un último punto de apoy
entre los edificios, llevándose el olor a desinfectante para sustituirlo por el de la c
o del conductor. La quietud fue abrupta. Demasiado silencio. Encendí la
es iluminados, de las parejas paseando, de las familias volviendo a casa. Me sentía
hirrido. Dentro, todo estaba exactamente como lo había dejado esa mañana: el tazón del desayuno aún en el fregadero, el cojín
puerta, cerrando los ojos. La imagen del hombre apareció de
iedo. No exactamente. Era algo más complejo, una mezcl
eta. Un mensaje. El corazón me dio un vuelco absurdo, una reacción instintiva y estúpida. ¿De quién esperaba
pantalla brillaba en l
e de un númer
doctora de
a se me resbaló de la mano y cayó al suelo de linóleo c
era p
lla. ¿Era él? ¿Cómo? ¿Quién más po
e nuevo. Otro mensa
de la UCI.
repente extraña y vulnerable. Él no solo había recordado
segundos antes, pareció transformarse de repente en una membrana fr
y al latido acelerado de mi corazón, anunciando que la obsesión hab

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