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Historia
El prenupcial: Mi arma milmillonaria

El prenupcial: Mi arma milmillonaria

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:2937    |    Actualizado en: 31/10/2025

truí un imperio, me estaba obligando a arrodillarme sobre chíc

a llamada Kassandra, que se había mudado a nuestra casa y le h

lo por su pasatiempo de construir casitas para pájaros, y luego usó

ada a mi suerte en el camino de un

me destrozaran, me di cuenta de que el hombre qu

había olvidado: el acuerdo prenupcial blindado que me daba una participación mayoritaria en su empresa multi

ítu

Palaci

un imperio, me estaba obligando a arrodillarme sobre una bolsa de

Fernando, su voz un murm

a impecable cocina blanca de nuestra mansión en San Pedro Garza García. Parecía un

él. No el

la Sierra Madre Oriental. No tenía nada más que una idea tecnológica a medio cocinar y un deseo de morir. Mi padre, Alfonso, y yo lo sacamos de entre los fierros r

ío, era una creación. Su creadora er

ales con millones de seguidores que se aferraban a cada una de sus santurronas palabras. Fernando la había conocido en una con

ito que estaba devoran

de lana. Y absolutamente, positivamente, ningún producto animal en la casa. Nuestro hogar, que antes se llenaba con los olores de los

que había soportado para ayudar a construir su empresa, NexoTech, no podía manejar el cambio

ata en el dedo y juró que pasaría su vida pagándome por haberlo salvado. Esta mañana, una ola de nostalgia d

tica me vio. Y se

lones de pijama, un dolor punzante y agudo que se extendía desde mis rodillas hasta mis musl

ara ti, Adela -la voz de Kassandra, dulce

con su teléfono, una pequeña y cruel sonrisa

¿Tienes idea de cuánto sufrimie

an una súplica silenciosa. *Fer. Por fav

ismos ojos azules que una vez me miraron con una gratitud ta

ertencia-. Está tratando de enseñarte. De elevarte. N

ban a entumecerse, el dolor convirti

sandra es el futuro. Sus valores son mis valores. Si quieres

staba atrapado en mi garganta

de pie y miró a la empleada doméstica, una mujer cuya colegiatu

ordenó-. Si se mueve antes de que

razo. Le besó la sien, un gesto de afecto tan público, tan des

o temporizador digital en la encimera. El primer segundo pasó con un clic audible, ha

uedé por obediencia, sino por una esperanza desesperada y tonta. L

ar de su pasatiempo de jubilado: construir intrincadas y hermosas casitas para pájaros. Tenía una afección cardí

iba directo al buzón de voz. Yo había estado frenética, llamando a la

ndo entre lágrimas, él sim

recursos. Deja que mi gente l

l multimillonario tecnológico que controlaba todo, era mi única esperanza de encontrar a mi padre. Tenía que creer que lo enco

umecidas, pesos muertos que apenas podía sentir. La empleada, evitando mi mirada, me ayudó a pone

léfono. Era Fernando. Lo agarré,

encon

esprovista de emoción-. Voy a envia

ió con tanta inten

ios, Fer. ¿Está

coche, Adela. -L

bodega austera y sin ventanas en las afueras industriales de la ciudad. El tipo de lugar que N

uzados sobre el pecho. Kassandra estaba a su lado, co

, Fer? ¿Dónde

un largo y estéril pasillo. El aire era gélido, zumbando con el sonido de los

onces

mismas manos que me habían enseñado a andar en bicicleta y habían construido cientos de delicadas casitas para pájaros, estaban a

cía una de sus hermosas casit

labra fue un s

ojos muy abiertos por

ué está pasando. Simpl

uria salvaje que no sabía que

ho? ¿Qué demo

Solo bebió de una botella de a

n paso adelante, su voz gotea

ino, Adela. Un asesi

sin com

estás h

depender de estructuras artificiales. Altera sus patrones migratorios naturales. Es una forma d

ación fue tan profundo

as para pájaros!

cabeza como si tratara con una niña difícil-. Fernando solo

a Fernando. Mi esposo. El hombre cuy

. Su corazón. Tiene una afección. N

había reconocimiento en sus oj

de sus acciones, Adela. Igual que tú es

rándose de mi garganta-. ¿Estás torturando a

uestro primer departamentito, yo frotándole la espalda mientras él programaba, mi estómago hecho un nudo por el estrés y el vino barato que bebía en eventos pa

ía olv

una herida abierta y cruda-. ¿C

lo de algo -¿vergüenza? ¿fa

forma de vida más pura. Me estoy despojando de las

padre. Éramos las partes de

había llamado. Dijo que Kassandra era su alma gemela, su llama gemela, pero que yo siempre sería

día deg

s menús fueron reemplazados por sus edictos a base de plantas. Mis pertenencias fueron trasladadas lentamente a un ala más pequeña d

mi padre de ellos, si tan solo pudiera apelar a esa pizca de humanidad que qued

ngenu

ación de cristal, pero Fernando me agar

estúpid

te mi teléfono. Me lo arrebató de la mano y lo arr

peó a Kassandra en la cara. Ella soltó un chillido teatral, ag

rompiste la na

empujó, toda su atención se centró en Kassandra. Acunó

con la mirada por encima de su hombro, sus ojos ardi

mo si fuera una muñeca frágil y

corriendo tras ellos-. ¡Mi p

palanca era un pensamiento desesperado

co privado. Si la llevamos al hospital, la gente hará preguntas. Preguntará

razón. Un incidente público era

e, su rostro una

. ¿Quieres ver

guardias de seguridad aparecieron. Abri

erta, con el cora

Pa

tenía un espantoso tono grisáceo. El monitor cardíaco

e rodillas a su lado, mis manos flotando sob

rnando con frialdad-. Ellos se encargarán de él.

es eficientes e impersonales. Pero mientras subían a mi pad

tura en el peor de los casos. Este hombre está en paro cardíaco.

s llevarán a ambos a mi clínica privada.

dría morir! -pro

a -dijo Fernando sin

a mi alrededor, y sus ojos

nte tranquila-. Estoy dispuesto a sa

sión borrosa p

irás a la policía y confesarás. Les dirás que tu padre se confundió, se fue p

a de mi padre a cambio de m

go dentro de mí finalmente, irrevocablemente, se rompió. Todo el amor, la es

d de mi familia, mi lealtad inquebrantable. Le había construido un im

sabiendo a cenizas en mi

salvar a mi padre. Pero mientras los veía subirlo a la parte trasera de la am

de Fernando Garza convertirse en polvo en sus

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