img La traición suprema de mi esposo cirujano  /  Capítulo 2 | 20.00%
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Historia

Capítulo 2

Palabras:1446    |    Actualizado en: 07/11/2025

ista de So

rtículos de tocador de mi madre y una muda de ropa limpia colgada al hombro. Ana todavía dormía, descansando tranquilament

sedán negro se detuvo junto a la acera.

ajo, y él se inclinó, su rostro una máscara cu

er cómo estaba Ana. Sub

era, agarrando la

r un café -dije,

la voz que usaba para explicar un procedimiento complejo a una familia

sitas a mi madre habían disminuido a casi nada. Siempre estaba "atrapado en cirugía" o "saturado de consultas". La última vez que vin

e, tenía todo el

ir yo misma -dije, ma

racticada de paciencia cansada-. Solo est

en su coche, todavía en una caja de diseñador. Era un regalo para Ivonne, para uno de sus "días malos". Había perdido el contr

ció llevarla, ella se negó cortésmente, diciéndole que tomaría un taxi. Nunca explicó por qué, pe

y derrotada, solo quería evitar otra escena pública. Suspiré

un destello de tr

ián me está llevando. No te preocupes, to

racterístico de Ivonne. Mis ojos escanearon el interior. Metido en el bolsillo lateral de la puerta del pasajero había un

a foto de

a gala de caridad. Damián estaba entre ellas, con los brazos alrededor de ambas

pesado se acumul

-dije, mi voz desp

, luego volvió

dijo tan casualmente, como si fuera lo más normal del mundo que

de ti jugando al hij

una mir

y sola. Ximena se preocupa constantemente por ell

er su mano? -repliqué, la ira que había estado r

ó, sus nudillos blancos en el volante-. Su presi

el Instagram de Ximena -di

ves en las redes sociales -se

ortamiento. ¿Ahora? Simplemente estaba cansada. La lucha se había ido de mí, reemplazada por una cl

dije, señalando hacia la

tello de molest

los medicamentos de emergencia d

mirar por la ventana-. Te has convertido en su médico

e juro po

. Estaba acostumbrado a mi fuego, a mis lágrimas. Esta fría indiferencia era un territ

baja-. No queremos llegar tar

un hombre que literalmente podía sostener una vida en sus manos, pero en

su teléfono, conectado al Bluetooth del coche, sonó. El n

a Gal

culpa en sus ojos, pero

na? ¿Q

llena de pánico, llen

respirar! ¡Dice que siente el pecho apretado otra vez! ¿

n no

enla tranquila. Estaré

hacia mí, su expresión una mezc

irme. Es un

ando sin ceremonias la bolsa con l

nfermeras por ti -dijo, ya conce

alía tambaleándome del coche, la bolsa se me resbaló de las manos. Cayó al pavimento con un ruido sordo y repugnante. Un pequeño pájaro

or, sus llantas rechinando mientras se alejaba de la acera, dejándome allí de p

azul y blanco sobre el suelo gris. Y por

encontré a mi madre despierta, con los ojos cla

dad? -preguntó, su v

eza, con un nudo

na emer

sonrisa triste

en, Sofí

o s

stesiando. Estaba somnolienta, pero escuché a las enfermeras hablar. Dijero

azó un camino

desearía que no tu

orazón doliendo por

importa

ojos buscan

en chico, Sofía.

do por un hombre que ya no reconocía. Un hombre que elegiría

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