sta de Char
n rectángulo negro y silencioso. Lo tomé, no por costumbre, sino por una vaga necesidad de ver la hora. Mi
ostraba apoyada en él, su cabeza en su hombro, la mano de él casualmente en su cintura. Una foto espontánea, aparentemente. O perfectamente montada. No importa. En otra, ch
odo era tan predecible, tan absolutamente agotador. La misma vieja historia, solo que con un filtro diferente. Arro
colegas; todo era limpio, con propósito, un marcado contraste con el desastre emocional que me esperaba en casa. Me sumergí en informes de
nsajería interna. Mi jefe, el señor Harrison. «C
ansiedad por el rendimiento. Pero esta vez, fue diferente
, Cha
nte a su gran escritorio de caoba. Pa
oficina de Londres. Sigu
promoción, ese traslado internacional, por Damián. Él había insistido. «La Ciudad de México es nuestro hogar, Charlotte. ¿Y qué
amente neutral-. Eso es... sorprendente
clinó, una leve sonrisa
n en un 30% solo en el segundo trimestre. Londres se dio cuenta. Están presionando más fuerte esta vez. La oferta si
sa, su mirad
. Por razones personales, si no recuer
lencio. Un nuevo comienzo. Un desafío. Una oportunidad de ser yo, sin cargas. El
te de lo que esperaba-. Nada me detiene
ison se dispararon, pero
aso. Pero profesionalmente, significa que eres libre de
uina finalmente abriéndose
nformativas y emocionantes llamadas con el equipo de Londres. Mi
a de mis amigas más cercanas del trabajo, asomándose a mi cubículo-. Una de
í, sintiendo una ligereza que
vanté la vista y mi corazón se hundió con un golpe sordo. Damián. Estaba allí, sosteniendo un ramo rid
uerte por toda la oficina. Pasó junto a la recepc
irada conmigo, un bril
jo el viento -mu
recorriendo a mis colegas,
raje
dió la
¿Rosas rojas? Qué... tradicional. ¿No sabe
, una risa silen
sado aroma de las r
ije, con la
ignoró
ablar, Charlot
o, su agarre sorpr
a llevar
n paso adelante-. Charlotte ya tiene planes.
fulminó co
te. Nos concierne
pero insi
mano. Simplemente estaba toman
sada-. Solo... iré con Damián. Vayan u
una pequeña, casi imperceptible sacudida de ca
m, una sonrisa triunfa
ara la cena. Incluso les invitaré a todos una
nquero por excelencia suaviza
s en el escri
tenlas
rando hacia el elevador. Mientras las puerta
erdad? -preguntó, con un to
estaba repasando una difíc
h. No, e
estaba presta
ban las rosas rojas -insistió
do en el pecho-. ¿Recuerdas? Te lo dije, como hace un año, cuan
palideció
lvidado. Lo siento, Char. Lo reco
rgia a las rosas rojas era solo una nota al pie en su narrativa egocéntrica. Lo había olvidado exactamente de la misma manera que había olvidado innumerables otros detalles sobre mí, sobre nosotros. Mis comidas favoritas, mis ambiciones profesionales, m
la voz plana. Las palabras era
auto frenand
ega
elegante jet privado brillando en la pista. Ningún r
la confusión rompiendo m
stro, algo poco común. Era una mirada que no había visto en año
Sin teléfonos, sin trabajo, sin Eva. Solo unos días en Pa
agarre cálido y fa
emasiado tarde. Pero lo estaba intentando. Casi mencioné las fotos que Eva había publicado de un viaje anterior semanas atrás, foto
, solo para nosotros. La revelación fue cruda. Había llevado a Eva a París, a Londres, a innumerables otros lugares exóticos. Pero a mí nunca. No h
harlotte, la Charlotte indiferente, simplemente vio una oportunidad. Una salida final y elegante. Esto no era un nuevo comienzo. Era un adiós con g
-pregunté, con
orgullo en sus ojos-. Hice que mi a
censo, tenía muchos días de vacaciones para quemar antes de empezar. Unos días en París, enton

GOOGLE PLAY