img Emma Russell: La mujer renacida  /  Capítulo 1 | 10.00%
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Historia
Emma Russell: La mujer renacida

Emma Russell: La mujer renacida

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1301    |    Actualizado en: 15/12/2025

un beso, sino con mi esposo, Alejand

des. Pero cuando llegué, Brenda ya estaba allí, usando mi bata de seda favorita, sonriendo con

sado conmigo. Él había orquestado la adquisición hostil que destruyó la empresa de mi padre, lo llevó a la muerte y

estaba desequilibrada. Pensó que me había enterrado, pero mi amigo de la in

después, h

estra que tiene al mundo de la tecnología en vilo, y es

uerta. No tiene idea de que el

ítu

, mi prima de cara inocente. El aroma a champaña y rosas todavía flotaba en el aire, chocando con el sabor amargo

e se desvanecía de una vida que creí tener, una vida que nunca fue real. Sentía la espalda rígida, helada. Otras mujeres habrían

a de la familia por parte de Alejandro. Sus ojos estaba

s bien?", preguntó, su

mirada era un muro. Retiró la mano, su sonrisa vaciló y rápidamente se disculp

lejandro rara vez entraba. Mis dedos, firmes como los d

surro, pero firme. "Soy Elena Rivas. Necesito i

Villarreal? ¿Está segura? Esto es bastante repentino. ¿Está todo bien?". El

alabra una piedra cayendo en un pozo profund

a hora mañana. ¿Hay algo específico que le gustar

desprovista de emoción. "Le daré los detalles

emecer. Una notificación. Era de Brenda. Mi est

da sobre una almohada. La almohada de Alejandro. Y alrededor de su cuello, brillando débilmente, estaba el dije de z

ejor a mí, Elenita. Y la verdad, tiene razón. Siempre fuiste demasiado... seria par

eza palpitaba, un tamborileo incesante contra mis sienes. La habitación giraba. Me afe

dro. Su nombre parpadeó en la pantalla, un rojo atormen

a de una furia apenas contenida. "¡Arruinaste toda la noche! ¿Qué

ada. "Supongo que no me sentía muy festiva,

enda está molesta. Necesito que empaques tus cosas. Puedes quedarte en la casa de hués

do la mano y retorcido mi corazón. La casa de huéspedes. Me estaba echando de

la palabra un son

ué dijiste?". Alejandro sona

traña y oscura calma apoderándose de

gas una escena. Enviaré a alguien para que te ayude". Y luego, colgó. La

s amables ojos sonriéndome. Esta casa, esta vida, todo comenzó con él. Su legado. Podía sentir

nvernadero bañado por el sol, un lugar que mi padre había amado. En la esquina, casi escondido detrás de un helecho crecido

erré los ojos, recordando su risa, la forma en que me explicaba algoritmos complejos en términos simples y mágicos. Él confió en A

a muerto esta noche. Pero algo más estaba floreciendo en

un clic, revelando un compartimento oculto. Dentro, entre planos descoloridos y un diario encuadernado e

Mi padre. Y su legado. La memoria se sentía fría contra mi palma, un

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