iva por las ataduras, mis extremidades pesadas por los sedantes. El mundo era una pesadilla borrosa y am
dulce y empalagoso aroma del perfume de Brenda. Entró flotando, una visión
ho. "Mírate. Qué trágico. Alejandro tenía razón, realmente te queb
neblina. "Tú lo robaste", grazné, mi voz ronca. "Tú y Al
exagerado. Tu padre solo tenía un corazón débil. Mala suerte, la verdad. En cuanto a Aura... bueno, Alejandro dice que s
ose. "Pero no te preocupes, sigues s
a mano. Sonreía, una sonrisa triunfante y segura. Y en su mano, sostenido en alto para las cámaras, había un dispositivo elegante y plateado. Mi "Aur
Mi Aura. El sueño de mi padre. Mi corazón, mi alma, retorcidos en un producto comercializable para sus manos codicios
se sintieron endebles, inadecuadas. Tiré, me retorcí, una fuerza primigenia surgiendo a través de mí. Las correas de cuero se c
mi brazo, luego el otro. Mis piernas se agitaron. Pateé la bandeja médi
su celular. "¡Está violenta!
abia me alimentaba. Choqué contra Brenda, haciéndola tambalear. Gri
fermeras que ahora entraban en tropel al pasillo. Corrí. Mis pies descalzos golpeaban contra el frí
enla!". Sus voces era
sideró invertir en su nueva ala. La salida de emergencia. Estaba a
eguridad se abalanzó, pero lo esquivé, mi cuerpo moviéndose por puro instinto. Irrumpí a través d
de relámpagos. La lluvia azotaba mi cara, pegaba mi delgada bata a m
oí una voz detrás de mí. Pasos
carretera. Tropecé sobre el asfalto, mis pulmones ardiendo, cada respiración un ja
sobre el asfalto rugoso. El auto era rápido. Demasia
olando por el aire como una muñeca de trapo. El mundo giró. Mi cuerpo golpeó el suelo con una fuer
itos, y luego, una voz familiar, ca
¡Dios mío
ar. Un rostro, sombreado por el aguacero, apareció en m
igo!". La voz era sup
uebrantable Erick. Su rostro, contraído por el miedo, fue lo ú

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