ista de So
o, donde yo manejaría nuestros asuntos y él conquistaría el mundo literario. Lo llamó nuestra "sinergia de pareja poderosa". Yo lo llamé
l me había encontrado. Estaba cerca de su oficina, de baja pre
ha de que debíamos actuar como conocidos educados. Él insistía en ello. Dijo que evitaría "chismes innecesarios" sobre un profeso
zón de voz y mis mensajes permanecieron sin leer. Este era el comportamiento típico
a algunos, con los ojos pegados a sus teléfonos, otros nerviosamente ag
adas únicamente al crecimiento intelectual de sus estudiantes.
abello perfectamente despeinado, una sonrisa tímida jugando en sus labios. Prácticame
una estudiante, lo suficientemente alto para que yo lo oyera-. El profesor
me revolvió el estómago. No eran solo chismes. Era verdad. Lo sabía en mis entrañas, en cada llam
solo una pizca del hombre que pensé que conocía. Sentí una profunda autoco
fectamente sereno, con una pila de papeles en la mano. Miró a los estudiantes
paso a
n la solicitud de la beca Al
ó seca
as
scritorio, indicándome que colocara los papele
vea salir juntos. Las
empre las apariencias. Para él, importab
de lo que había estado al entrar. Todo el intercambio se sintió como un mal sueñ
requería que estuviera allí, socializando, asegurándome de que todo fu
ica cautivando a un círculo de profesores más jóvenes. Brenda estaba a su lado
mi trabajo. Al pasar por un salón privado con poca luz, escuché risas
rodeado por un grupo de sus estudiantes más favorecidos y algunos profesores jóve
igación revolucionaria! -vitoreó
musa tan inspiradora! -agr
ojó, parpadean
ya, c
mbro de Brenda. Entonces, alguien gritó: "¡Un brindis! ¡Por n
tomó un
a los honores? -pre
da -respondió Damián
-gritó alguien-. ¡Y un brind
ble por parte de Damián, cruzaron los brazos, sus copas tintineando. Mientras bebían, sus ojos se encon
clinó. Una sensación aguda y ardiente se e
nstante. Un silencio cayó sobre la habitación. Damián, con los ojos todavía en Brenda, giró le
ada a su brazo, lo detuvo. Me miró, una sonrisa triunfante juga
Damián. *Sofía, no es lo que parece. Solo un
u rostro. Cerré los ojos, una sola lágrima trazando un camino por mi mejilla. Luego, con c

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