ela
ñosas, sus miradas intensas... todo me hacía sentir como una impostora. Era un cuento de hadas que no me atrevía a creer. Mi mente,
Rodrigo. Lo amaba con una devoción que nunca había conocido, una devoción que creí correspondida. Sus brazos eran mi r
la burbu
rmedad degenerativa. Los médicos dijeron que necesitaba un trasplante de riñón urgentemente. La noticia cayó como una losa sobre la ha
la familia, a primos lejanos, incluso a algunos empleados de confianza. Una por una, las esperan
eando la mesa, con los o
solución!", gritaba. "
u debilidad la hacía parecer etérea, una obra de arte a punto de des
l Dr. Morales, se reunió con la familia. Su
atibles en el registro y en la familia extendida", dijo.
etaban bajo la mesa. Rodrigo, sentad
ontinuó, mirando
El bebé, al nacer, se convierte en un posible donante compatible con el paciente. Un herm
en silencio. Un s
ras del doctor, sino por una horrible claridad que de repente me golpeó. Mi mente, q
agnóstico de Verónica. Sus palabras sobre "querer formar una familia contigo, Daniela" ahor
, pero que ahora se revelaba como determinación fría. ¿Me había casado con un h
n de cristal cayendo en cámara lenta, cada fragmento de mi amor, de mi esperanza, rompiéndose
e pie abr
urro rasposo. Salí de la sala, mis pasos pe
itaba estar sola, sumergirme en mi propia oscuridad para entender esta nueva, hor
rara vez iba. La puerta estaba entreabierta. Es
esentimiento helado me recorrió. Una pequeña chispa de mi teléfono se encendió, sin q
drigo?", la voz de Verónica era dulce, pero con un
go se me
ondió Rodrigo. Su voz era fría, desprovista de la calide
pulmones. Mis piernas flaquearon. Me apoyé contra la pared, intentando no ha
con un tono de triunfo. "T
suave, la de Rodrigo. Una risa que me taladró el al
si no te enamoraste un poco de ella",
iso es contigo. Desde aquel día en el puente. Te lo prometí. Te dije que
. El puente. El día que me salvó. ¿Qué? Mis recuerd
da porque estaba furiosa con papá, y me encontré con esos chicos. Qué conveniente que ap
Ella estaba en el puente? ¿La q
continuó Rodrigo. "La que me guio lejos de e
yo. ¿Cómo podía él haber confundido a Verónica con la chica en el pu
Para cumplir mi promesa. Es lo mínimo que puedo hacer por la mujer que me salvó la vid
otra mentira había tejido Ver
stro. Que yo te consolara. Soy una actriz brillante, ¿no crees? Después de todo, desde la muerte de mamá, he teni
dos. ¿El secuestro? ¿Consolarlo? ¿Ella? No. Fui yo. Fui yo la
e quedará. Ella es demasiado frágil para manejar la verdad. Demasiado tonta. Y si alguna vez intenta algo, siempre puedo empeorar mi e
. Su silencio lo dec
aba sin control. Rodé por el suelo, incapaz de mantenerme en pie. El dolor era tan inmens
er. Y Verónica... Verónica era un monstruo. La enfermedad,
ctima, no la culpa
sa, la que pedía perdón por existir, se desvaneció. En su lugar, emergió una muj
La pequeña luz de la grabadora parpadeaba. H
ún tembloroso, encontró una fuerza inusitada. Lentamente, me puse de pie. Cada músculo dolía, pero el dolor físico era insignificante comparado con la hemorragia de mi alma. Miré la puerta entreabierta, de donde seguían emanando sus voces, ahora ininteligibles, como el murmullo de serpi
do, me dije. Apena

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