naturales con el contacto de los primeros propagadores del cristianismo entre los germanos; el suelo, hasta entonces inculto y estéril, recibía también de mano de sus primeros
quien todo el mundo admiraba, tanto por su intrepidez y arrojo en los combates, como por sus generosos sentimientos, su incorruptible justicia y su amor al prójimo, cualidades que adornaban igualmente a su esposa la duquesa, hasta el punto de que podía, decirse de ellos que eran dos cuerpos y un alma.
d, que con el tiempo llegaría a ser una criatura extraordinaria.Cuando ya, al contar diez o doce años, veíasela en la iglesia, arrodillada, ante el altar, entre el duque y la duquesa, sobre un reclinatorio de púrpura, al contemplar su bellísimo y agraciado rostro, en el que se retrataba la más pura inocencia, su rubia cabellera, flotando en largos y ondulantes rizos sobre la espalda, sus hermosos ojos azules, de mirada humilde y cariñosa a la par, se habría confundido fácilmente con un ángel bajado del cielo. Esta semejanza resaltaba, sobre todo, cuando aparecía en la choza de un pobre, como un verdadero ánge