mó la cartera y unos archivos de encima de la mesa y saliendo seguida de él se dirigió al auto. Se restregó suavemente la zona por debajo de los
r que el hombre estaba en su mejor etapa de la vida, no era ciega. Pero una cosa era que estuviera para comérselo y otra es que ella se lo quisiera comer. Había renunciado a tener una vida a
istian vio con interés la expresión de Alisha por el retrovisor y disfruto cada centímetro de su rostro. Sus labios siempre apretados estaban ligeramente abiertos y eran más rellenos que cuando los torturaba en la dura mueca. Las largas pestañas oscuras por
rtátil sobre sus piernas y él, el motor del
*
La mujer salía de una tienda a otra sin acabarse de decidir por las prendas que quería. Seleccionaba una de aquí y otra de allá, de la cuales eran pocas la probabilidades que las comprara, y no era precisament
on el resto que tenía en la otra mano. No pienso cocinar hoy, así que aprovecharé la oportu
osible, en un lugar tan concurrido las prob
a la vida que tengo solo porque unos tipos que no tienen nada q
rofunda calmándose a su vez. La paciencia era un don que la naturaleza se había negado a darle, la única razón por la que no arranc
la despensa de ese hombre se agotaría en segundos. Los platos además de exquisitos eran abundantes y de sabor fuerte y condimentado, justo como
labor de comprar gastan más energías que un
no son solo de ejercicios, tiene
. Él quería ser ese helado. Sentir su lengua recorrer su cuerpo...La sola idea en su mente lo calentó tal punto que se removió incómodo en
*
alda el calor de las manos sobre su espalda y un ligero temblor en ellas. Un gruñido salió desde lo más profundo de su garganta y le tomó más de lo que pensó con
n en al menos 10 cm y tenía unos cuantos kilos más de músculos o eso pudo percibir ella bajo la gruesa chaqueta de cuero y piel. Por un momento se sintió intimidada y tembló notoriamente s
ía que el comandante de la manada era intimidante en toda la expresión de la palabra, incluso un p
to su mensaje y relajó los músculos
la- extendió su ma
la compostura, estiró la espalda
amos molestado a esta hora de la noche,
e disculpa, me gustaría
la cocina, cerciorándose de no estar
do ver a Cris removerse incó
partamento, sentí el olor, muy leve, pero
ayor frun
ultarlo con Serguei y aumentar la protección, si dic
ió en que se estén tranquilos, y no quie
podía creer cuando el alfa me lo con
malditos escritos siempre mencionaron una pareja sumisa y dispuesta a emparejarse
as de antes Cristian, pero eres un lobo dominante, hazte notar
comandante levanto una ceja dubitativo- ella no es lo
do y restregó su cabello e
emparejado con una humana, solo con cambiaforma co
solo hace poco que la conozco y
uánto va a aguantar, si esperas mucho, puede que
ustrado- haré algo pronto, sé que soy
sto, él debe saber algo, e
ejo en una misma oración o te arrancará los ojos,
algún rastro de la procedencia del olor, enviaré en la mañana a alguien, no te
a después de cada transformación, donde las prendas nunca salía ilesa. Podía estar
omo beta. Aunque solo era 57 años mayor que él, el hombre era todo un genio en el arte de la guerra, no creía q
bro a punto de explotar de la excitación. Los mechones aun húmedos se pegaban a cada lado de su rostro y las gotas de agua acariciaban su cuello y se perdían en el escote del ropón grueso de dormir. Chasqueó la lengua inconforme. Preferiría algo más ligero que le permitiera devorar
s pero su cadera se negaba a desistir. No le quedó más remedio que aliviarse con su mano. No supo si era por ser la casa de ella o el olor impregnado en cada objeto dentro de
to no puede d
y los ojos cerrados. Como un imán se acercó sigiloso como una fiera tras su presa, evitando despertarla. Se puso
r pastillas para descansar y por la cantidad qu
hizo cerrar los ojos y contener su lobo, aún estaba sensible. La chica no se movió
mentando el contacto sobre su piel, pasando sus dedos hasta el
n seco. Sin poder contenerse paso el brazo por el respaldar del sofá calzando su peso y acerco sus l
eron y se enterraron en la tela del mueble cuando sintió su sabor en su paladar. Gimió internamente, ese era el sabor de su mujer, de su pareja, y sabía que no había forma que se cansara de él. Enroscó su lengua con la de ella inclinando más su cabeza arqueando la de ella permitiendo un acceso más profundo. Ya no le importaba que se despertara, no tenía control sobre sí mismo, su cuerpo proclamaba por el de el
el sudor en su frente. Tanto él como ella estaban jadeando. Más él que Alisha. Le costó unos segundos darse cuenta del pelaje carmelita que comenzaba a cubrir sus brazos. Sus uñas ya no eran humanas, sino largas y filos
bloqueando todos sus sentidos la cargó y la depositó en su cama. Necesitaba sacarla de su vista por la seguridad de ambos. El olor del cuarto lo abrumó nuevamente y tuvo que salir casi corriendo para no reclamarla en su misma cam