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Historia

Capítulo 9 9

Palabras:1239    |    Actualizado en: 20/09/2021

rededor de las siete de la mañana, mientras desayunaba en el cafetín después de mi primera clase o en la parada del transporte, a las cinco de la tarde, sin falta. Ahora recuerdo que en

. Por más que le dedicara las tardes en la biblioteca, mis esfuerzos por terminarlo habían sido infructuosos y eso me frustraba. Debo llegar a casa a estudiar, pensaba mientras su

a la particularidad de esa tarde. Miré de reojo y solo veía una silueta negra detrás de mí. Aceleré el paso. No lo sabía con exactitud, pero tenía la idea bastante precisa de que me estaban siguiendo. Caminé de prisa y llegué a la esquina donde los peaton

trabada durante unos segundos aparentemente eternos. Durante un momento de extrema tensión miré hacia atrás y sentí la presencia de aquella silueta negra. Entré de inmediato ap

quedó detrás de mí. ¡Ahora sí valí madres! Un puñal o una pistola con silenciador y eso será todo. Pensaba angustiada durante aquellos segundos interminables en los que mi corazón ascendía hasta mi garganta como el ascensor a mi piso. Cuando finalmente se detuvo y abrió sus puertas, el pánico ya se había apoderado por completo de mí.

r hacer, excepto correr, correr, correr...". Se veía feliz en tanto colgaba un horroroso afiche con el nuevo slogan del Ejército. Lo miré pálida y estupefacta, como si me hubiese jugado una br

las personas a mi alrededor. Estaba tan acostumbrada a mi soledad y tan enclaustrada en mis asuntos, que ni desplegando anuncios titilantes de

eguidores se acerc

io. Sin embargo, cuando solicité el libro a Body -el bibliotecario encargado, un tipo flacucho de len

esión cómica de sorpresa-. ¿A quién se lo

enta mientras se agarraba la cabeza-.

nándome hacia él-. Tú no prestarías el

empre. Las chicas guapas podían salirse fácilmente con l

ndose. Se inclinó hacia mí y susurró con expresión preoc

y? Tengo que entregar el ens

e resiste, amenázalo de muerte. Seguro sucumbirá, tienes el aspecto para lograrl

le, Body! -exclamé indignada-. ¿

sa" -citó esbozando una sonrisa traviesa que borró por completo cuando sintió mi mirad

en medio del pesado silencio de la biblioteca, luego de atravesar cuatro filas de mesas y por fin llegué al lugar. En ese momento, la persona advirtió mi presencia y pude ver su rostro. No lo podía creer, pero era él, mi hombre ideal. Levantó la mirada con el es

ardes -dije torp

decir, aunque yo solo podía mirar alternativamente su rostro y el libro-. ¿Necesitas esto? -preguntó con

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