e desierto, ya a nadie impresionaba con la antigua grandeza que le engalanó hacía siglos, cuando fue el centro neurálgico del catolicismo, religión que causó fascinación, terror, fervor y risas en mom
recían en su camino hacia el firmamento; la Madrid de los otrora grandes reyes era ahora una ciudad fantasma en medio de un desierto ardiente que se extendía atravesando Francia, arrasando a la ya aplastada París y llegando hasta Lo
do lo posible para impedir el desborde del Tigris, pero esa lucha fue desde el inicio una triste y patética batalla perdida: nada impediría la marcha triunfal del río sobre la ciudad. Y Pekín había ya quedado solo como un trazado de calles que se extendían sin su antigua glo
rganizadamente y poco a poco a medida que avanzaban. Luego se apagaron sus propulsores y solo quedó el brillo indirecto de sus cuerpos metálicos iluminados por la luz solar. Fueron acoplándose las unas a las otras, creando superestructuras espaciales llamadas navecosistemas, pequeños mundos autosuficientes cada uno, que durante los próximos cientos de años llevarían a sus ocupantes hacia el nuevo hogar humano, cual balseros ilegales salvando las distancias en el mar cósmico de un universo transitable. Sabían cuál sería su destino y se perdieron, entonces, en la negrura del espacio, entre las estrellas. La Tierra lograba así su cometido, finalmente ex
ovistas de todo gélido albedo. Por su parte, los desiertos ardientes crecieron, extendiendo sus pardas manchas a medida que los incendios consumían el verde de las selvas y los bosques en África y América. Y después, por las ironías lógicas y crueles de la naturaleza, la Tierra bajó su temperatura rápidamente por las mismas causas que antes la hicieron arder, reapareciendo los casquetes helados de los polos, los cuales no se conformaron con estacionarse en los extremos del eje de rotación terrestre, sino que, con velocidad horrorosa, avanzaron determinados y firmes h
e del
humidad y con el deseo de que podáis encontrar en ellas una experiencia literaria que os haga sentir reconfortados. Este ha sido el primer capítulo de mi novela Acero y Carne: 9002-9027. Esta novela fue publicada originalmente en 2017 en Amazon, así que, si no queréis espe