curidad de la noche-. Hay cámaras de vigilancia -añadió señ
mitieran el menor sonido, y se detuvo frente a la puerta, bajo
del Gris -explicó Diego rascándose e
l truco? -p
rón. En otra ocasión estuve decidido a descubrir la causa. Le estuve filmando casi una ho
a. La calle estaba insu
e pu
se me clavó un cristal y no veas cóm
-. Y entrad de una vez, nos
, extrañada por el comentario-.
s ya! El Gri
decir las cosas sin ladrar. Después de todo, somo
la armonía que solo puede lograr un profesional de la decoración de exteriores. La parte trasera de un todoterreno asomaba en la rampa que daba al garaje. Había un par
ón! -exclamó S
observaba todo con un gesto de aprobación-.
así mientras hay gente decente pasando dificulta
ecidir quién es decente y quién no. ¿A que sí
bien a Álex. No entendía cuál era su problema,
s que estaban atados a un árbol. Subió una pequeña escaler
ron y estiraron la cadena al máximo, tanto que parecían a punto de estrangularse ellos
a la presencia del Gris. Diego salió corriendo descontrolado en la dirección opuesta
s que esperar a
o es para tanto -dijo Sara, tra
despectivo-. Se negará a pasar p
nza a los perros, que seguían ladrando enloqu
e llamó Sara-. Vámo
zó Diego-. No pienso acerca
je -le re
as escaleras ni loco -dijo el niño-. Si se ro
camino cuando los perro
, deprisa -les
ura no era fácil de distinguir en la oscuridad. Su gabardina negra se confundía c
dijo el niño pasando lo más lejos posible de
e armar escándalo? -
peso les hacía señas desde
s sometió a una severa mirada, con un claro aire de desprecio mal disimulado. El Gris ni siquiera le vio al cruzar el
esar de que era de su misma estatura-. Si
te de aquel extraño grupo en el que debía integrarse. Cada uno parecía completamente diferente a los demás, y sin embargo se relacionaban con soltura, no con la inseguridad de quien no conoce a sus compañer
enfrente, un espejo de cuerpo entero con un recargado marco de marfil. Le pare
cerrando la puerta. Se dirigía al Gris-. Os espera
iar a Sara. Lo había escu
osante de lujo. Diego se quedó boquiabierto ante un televisor de pl
del traje tan caro que vestía. Sara le había visto en la televisión, le resultaba
y atractiva, con una bonita silueta y pechos de silicona. Lucía un vestido de noche, zapatos de tacón alto
anunció el hombr
gaz atisbo de deseo al ver el apuesto rostro de Álex, quie
illado la ostentosa dec
rno seguro... -murmuró acariciando un leó
el Gris con su habitual tono indiferent
svió su aten
un niño? -pre
o su
, tío corrupto, pu
presario internacional, tan rico como corrupto, en eso estaba de acuerdo con el niño. Era de dominio público su implicación en toda clase de estafas
de mi grupo -dijo
tentaba defender a Dieg
l brazo de Diego y lo alejó de la figura-. Si es parte de
ni se
sola mano sobre mi hija -estalló de repente la
la mujer. Su voz rezumaba odio, avers
o hago por Silvia, nuestra hija, ¿o se te ha olvidado ese det
no tiene alma. Alguien así n
orta? -repu
toques a mi hija. Er
ella mujer se estaba ensañando
as peores -se limit
-. Es el mejor, y por eso está aq
n desdén-. Tú solo confías en lo que el dinero te pro
go, me arriesgo. No pode
al Gris c
i le haces algo al alma de Silvia, si la
hó dando
de la cara, aliviado por
o me importa pagarlo, pero yo nunca hago negocios a ciega
bien claras. Si quieres garantías de que pueda liberarla sin que muera y sin que sufra daños, te has equivocado al llamarme. Yo no do
de tratar con un demonio y asegurar que triunfará. Quie
s mi p
del sol. No creerás que podríamos ser amigos y cenar juntos de vez en cuando. A mí también me g
e has llama
adie más conoce. Además, se supone que te acompaña un centinela, pero no lo veo
tá atendiendo un concilio de s
enso sellar el pacto s
justo -conv
s ofensivas alusiones y habría tenido lugar un enfrentamiento. Ella estaba indignada. Y tampoco entendía la actitud de Diego y de Álex. Se suponía que formaban un equipo y no p
ían referido. No sabía a qué hacía referencia ese título, a
de empezar -anunció el Gris-. Yo voy a
o también quiero ver al demonio. -Mario le
s-. De momento, ya sabes qué tiedijo Álex al Gris, d
a Diego y
lo yo a él -su
jo Sara alcanzando
án tu habilidad de ra
ue no iba a cambiar de opinión. Pero se le ocurrió otra idea de repent
l exorcismo sin antes disponer
once
si me conoce, si
*
el abogado de Mario Tancredo. El pequeño hombre fu
para que la reparara, pero no sería a las dos de la madrugada. Hasta la mañana no hab
mo una cámara estropeada, así que resolvió salir él mismo a abrir la puerta. Ya se lo me
s problemas con el vecino. Pero su preocupación había sido innecesaria, ya que los perros estaban durmiendo profundamente. El abogado no recordaba haberlos visto nunca
Medía dos metros como poco. Tenía el pelo alborotado y vestía con unos vaqueros raí
llamas a estas horas?
tambaleó un poco, pero se ayudó con l
ero. He venido a echar
orracho dando la tabarr
denó el abogado-. Vet
policía no podrá ayudaros con vuestro particular prob
e que ese individuo supiera qu
estás h
. He venido a acabar con
r a la policía, y entonces apareció una mujer rubia,
ando al borracho del pelo rizado-