irla, pero prefirió callar y estud
ló Elena sacud
la habitación donde estaba encerrada su hija. El niño
ella-. Es como meter los dedos en un enchuf
hija -exigió El
remos entrar. ¿Ves ese símbolo tan chulo que hay dibujado sobre la puerta? Pues la mantiene cerrada, y es lo que te ha
algo, maldijo.
? No puede impedirme
de la que ha montado la criatura. ¿Qué esper
e dijo Elena-. De todos modos no s
o-. ¿Acaso te he insultado yo? Ni se me ocurr
siguió con el descarado examen que estaba haciendo a las sensuales curva
rce.
o, demasia
pasando el dedo gordo por el lunar de su barbilla-. A
a, si me enfadas, te azotaré hasta
etes. De todos modos, me gusta admirar la belleza. ¿Por qué te vistes de esa manera si no es para llamar la atención de los hombres? Sí, lo sé, soy solo un
capacidad de observació
como un niño
cosas que no hago como un
o sueñes! -Elena se
saca unos añitos. El tío se lo ha montado bien. Y tú, tan bonita, con un viejo así... Es por la pasta, ¿no? ¡Qué típico! Y qué práctico. Los dos salís
a so
niño normal y corriente. ¿E
prendió por
desgracia. Me causa bastantes pr
molestarme. No pienso hablar de sex
muy tensa conmigo, irritada. ¡Que solo s
breado! -se en
mordiéndose el labio inferior. El niño cerró
iba. Sonó como si echaran una puerta abajo. Diego abrió los ojos, sorprendido, y se
ntó ella mirando al techo
igüém
*
o Miriam no era así, no era una
Desarmada no podía enfrentarse a Álex
aban, que no les saliera gratis. Debía decidir a cu
o de Miriam. La centinela sabía que no lo
el Gris lanzándole el arma
ampa? ¿Un ardid para distraer su atención? Vigiló a Álex, no fuese a lan
la mano, despacio,
pasando aqu
lentendido -co
a resistirse a la detención. De hecho, devolver el martillo sería
le apuntó con el martillo-. Me arrojaste el puñal p
varió su
a regañadientes-. N
des que
le recordó Álex-. Uno que ha d
error, manifestar alguna preocupación por haber estado a p
iña -insistió Miriam-. Sabí
la contendrán. El Gris ya cometió el error de subestimarla una vez. ¿Qué quieres qu
ero no ab
a devuelto tu martillo si quisiéramos mata
No tenía pruebas en contra de ellos y e
ñaló asqueada-. Vigila
-. Es mejor ocultar el cuerpo. Mario
tió Miriam-. Ocúpate tú
ltad, cojeaba. La niña-demonio le había hecho más daño del que Miriam había supuesto. Puede que por eso no intentara huir. El
darle la espalda a Álex. Tenía muy presente que, aunque
preguntó Mario Tancredo ir
legaron Elena, Sara y Diego, impac
cado -mintió Miriam-. He
decepcionado-. ¡Bah! Esperaba al
ó ella-. Plata me pi
puso Diego-. Qué raro
Gris, necesito que liber
e la muerte de Samael. El cónclave exige tu presencia. He venido a escoltarte an
ierna. La centinela se dio cuenta de que le costaba mantenerse en pie. Su inexpresivo rostro disimulaba decentemente su debilidad, pero ella le conocía, advirtió
No te lo vas a llevar
pretó el mango
-le apoyó Mario-. Neces
-. ¿No has oído que es un ases
res la única que quiere llevárselo. No te impor
barrió a todos co
único que me importa. Estoy aquí bajo la máxima autoridad, y no retrocederé
esos inútiles alados aunque la mandaran saltar desnuda a un volcán en
ahora se acabó la charla. Apartaos o
s, tropezó con Sara. Álex continuó imperturbable. Diego resbal
enfrentará con ella. Miriam, baja el martillo, por favor, no te hará falta. -La c
de cua
é sin ofrecer
nada! -so
tre los ángeles y yo. Miriam solo es una mensajera. Que nadie vuelva a meterse en medio. -Hizo una pausa, le faltaba el aliento-. Te conozco, centinela, y tú a mí. Puedo expulsar a e
etó los
o Miriam-. ¿Y desde cuándo
Mario-. No te suponen nada
a lo inevitable -aclaró e
aguardaban la respu
el martillo a su muslo y sacó una pulsera de plata con unas runas grabadas-. Póntela. La llevarás en todo momento para que yo sepa dónde estás. Si te la quitas o
eca derecha. Le costó, su pulso no era firme-. Y sé cómo motivan a los centine
no co
uerdo con este
sí -repus
poyar la mano en el suelo. Sara le sos
muy mal
cia Mario-. ¿Sellamos el trato? Co
accionó con dema
a mismo -dijo reman
ija y yo decido. Ese asesino
í. Contamos con la supervisión de una centinela. ¿Qué más necesita
cosa. Si aceptas, ya sabes lo que sucederá. Si dejas que tan solo roce tu alma, desp
go por
interpuso entre
io-. ¿Entiendes todas las
ente -resp
marcha atrás. Y no ha
iesgo, esto
adió al ver la expresión de Mario-. Y yo tengo que descansar. Al caer la noche volver
ruco? -pregunt
demonio por no restablecerme? Además, ll
ruñó y protestó. Elena
ió Sara-. Apenas te tien
y trabajo. El niño y Álex saben qué hay qu
s y la miró. Sara le soltó, entendió
Mario-. ¿De verd
la cabeza con
s echarte atrás?
ría oírt
entornó
mí porque mañana por la noche voy a tortur
obre el suelo. Su cuerpo