na no pierden de vista los movimientos de sus hijos, a su vez, me dan unas cuantas m
n de esa forma? -cuestiono. Estiro
su tazón. Abro un poco los ojos en direcci
l patio,
poro y l
hace años -hace una pantomima-. Mamá y papá nos cui
na fiesta organizada por mamá, e
onvenio con el estado -resopla-. P
iliar, el contacto más cercano con un g
n excepción, cada una de las supersticiones que no
mi prima-, aquí hay mucha historia, aléjate
imos las marcas hasta toparnos con una mini casa igual a la
el deterioro. Por lo que intuyo es la sala de estar, sillones verdes aclaran las esquinas ahogadas en pintura negra. Un
lo último en mi lista de pasatiempos, pero ver ta
pecho son importantes están distribuidos por lo ancho y al
ticuatro de enero del presente año, descartándolo como sospechoso de los decesos acontecidos en el patio tr
cajadas. Me vuelvo sob
ba la marca honorable del linaje
rimera vez-, le hizo un altar estrambótico -muerde s
ío Peter. Aparece hecho una furia: orejas enro
ntes de que los golpee a los tres -Desde a
ponerlo en su lugar, pero atemorizad
bandonamos el salón ca
de cualquier cosa que lo vincule al gobierno, o eso p
dijo a milímet
cuídate
la cabeza. Mi fam
de mesa y un libro de tapa dura, los coloca
ngo mis manos sobre el libro. «Hijos del Ahora», un libro centrado en la mafia y sus derivados, solo
uarenta años es torturada, tirada en la calle y h
ndo bajo los neumáticos del auto. Puñetazos van de un lado a
eocupados, me extiende
rededor. La blanca cocina
y un paso al frente. Está distribuido igual que la de los renegados; también el anaquel de
ngre, otras son como si las hubiese vivido. Quizás papá me las contó de niña, sus grandes hazañas siendo u
frazada. Se esfuerza en convencerme, que debo dormir, descansar, relajarme y
a, me visto con mi
ie, duerme, por favor -pide después d
balcón se cuela el alumbrado, me veo ten
*
no apareció, fui a la cocina a buscarlo, aproveché que no estaba ahí para servirme un vaso de lech
a de aire. Sin miedo a contagiarme de algo, me si
ro un poco molesta- ¿D
uada unos cuantos centímetros sobre el lavabo. Revuel
ro-jo
n nombre imposible de nombrar para un simple mortal. Saco el pequeño vaso
ndas ojeras bajo sus ojos, sus labios resecos y la palidez cubriéndole la piel. Haciendo fuerza logro que c
a mañana vomité de repente -enjuga sus ojos-, cua
o de su malestar, a continuación,
me contengo y el sonido hueco de un
ncerrándome en el balcón. E
-formulo ante la vasta estrel
da -me sostengo
gravedad. Calculando los pros y contra, deslizo una pierna por encima del barandal. Ya cómoda, repito la acción con
nte más vivaz golpea la puerta que da
nternecedor que se preocupe. Soy obediente y a rega
e hubiese perdido, yo intento co
cabeza en negación. Él e
paisaje, no seas pesa
é -bromea, o eso es lo que creo-. Para
fuerte para dejar hu
edor y cigarrillo que enc
irritable Minett