que salían de la oficina que su padre tenía dentro de la finca, su vestido veraniego de colores pas
tocando con fuerza una y otra vez- ¿Mamá?¿Papá?¿Qué pasó?- insistió ah
diese colarme dentro el capataz de la finca salió
r será que no entre ahora, sus padres no
- lo apresuró sin importarle que el homb
bajo, Emira llevó una mano hacia su rostro para pel
con tristeza. De su boca salió un chillido de frustració
que dijese alguien de cómo se comportara. Achocolatada se venía a pique y ya no había más dinero- Son los fertilizan
ta- Con permiso- dijo entrando para encontrar a su madre en el sillón con un pañuelo viejo sobr
entre lágrimas y eso conmovió el c
z, mientras su padre se giraba a la pared mientras
ber de dónde rayos la sacaba. Todo parecía haberse i
a mitad de los trabajadores se ha ido, la otra mitad está pidiendo que les paguen, ¿Y cómo les pago si no hay producción de chocolate desde hace más de seis meses?- se quejó él caminando de lado a lado- Si vendemos tod
lpe y caminó hacia su padre sin la más mínima pizca de temor, le quitó el vaso de la mano y lo miró a los ojos, amb
arnos las cargas a mi mamá y a mí?¿Ese es el amor que usted le profesa a la mujer de su vida?
Achocolatada es todo lo que tengo, todo lo que tenemos... No puede desaparecer, me rehúso a perderla- ella se arrodilló ante su pa
Achocolatada seguirá siendo nuestra, eso se lo juro- miró a su mad
la suya y asintió aún con el
lternando la vista entre ambas- Nec
siendo cerrada a sus espaldas. Emira sabía lo duro que era su padre a excepción de los momentos en el que Eliza lloraba, ahí era cuando e
o para comer, pero no era tonta y sabía muy bien que en el Amazonas lo que más podía encontrar una mujer como ella, sola, bonita y aguerrida, eran peligros por doquier. Porque si no se ganaba un problema con los ganaderos y sus mujeres, sería con los mineros y sus esposas, o los petroleros que pensaban que por ser extran