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Historia
LA CASA AL FINAL DEL EMPEDRADO

LA CASA AL FINAL DEL EMPEDRADO

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Capítulo 1 Parte Uno

Palabras:1923    |    Actualizado en: 22/03/2022

FINAL DEL

da en el

o Wald

Matisse Studio http

DRADO Todos los derechos reser

tac

r/facebook.com albertowaldemar.blogs

anto no se permite su reproducción, copiado ni distribuc

ítu

ntos y un olor a pólvora en el ambiente, había estallado ya la revolución

inero el gordo José Ramón Sigala. Cierta noche, éste sintió algo de pena al ver llegar a aquel desdichado hombre que quería mitigar su dolor ahogándose en vino. Esa vez, él hab

c?- preguntó el cantinero a

avor g

i licenciao - dijo al trae

i cuento

o todas las noches hasta

rente gordo! ¡Me voy a

o? ¿se va

do a que ella regresara pero no fue así.

quién y

que soy, lo que queda de mí - di

ida; no es para que visite este tipo de lugares. Váyase le

el hombre señalando su corazón - ¡Es una pena

una pena de amores

olvidarla... me

ntonces

o... - dijo sereno bebie

uste siguiendo un recue

ados con obstinación... Por eso me he tirado a la borrachera y a

mi lic... Y se puede saber ¿quié

hace poco más

l presidente de la república; por aquel entonces, don Porfirio Díaz. El joven y apuesto J. Arizmendi, a sus 25 años se había vuelto uno de los secretarios personales e imprescindibles del presidente; y por lo mismo quería deslumbrar

cía a la perfección la casona al final del empedrado en la calle catorce. El hombre desconocía la historia que había entre la jovencita que buscaba y dicha casona. Ella conocía bien el lugar ya que trabajó en esa propiedad por años, de hecho allí había nacido. Su madre al m

a que ella terminara sus diligencias al interior de la tienda de abarrotes. Y ya que era la única mujer en el negocio

-una adinerada anciana que vivía en el centro del pueblo-,

tierna sonrisa de la muchacha. Pero en ese momento no comprendió lo que estaba sintiendo y permaneció inmóvil; como rep

sin poderla alcanzar

fiada, intentó apretar

brazo haciéndola girar hacia él; mientras

preguntó sintiéndose hipnotizado e

indefensa; y a la vez su corazón la

anscurriera lento, y sus almas se hubiesen reencontrado después de mucho

egunta - reiter

a razón no podía em

aso? - preguntó

berándose de é

que me ofenda sujetánd

ijo Vidal tocándose la mejilla - ¿Trata a

eñor, pero esa no es mane

cha integridad p

¡Oh vaya! ¿Piensa que sólo una señorita d

r su frase, cuando fue golpeado por la mujer. Pero su orgull

espetar... pero ya veo que no es así - dijo él con sarcasmo in

ue él se ofreciera a ayudarla; por el contrario, la mi

de pie e hizo el in

venido a ofrec

e ya cuento con uno! -

reír cruzándo

erezco p

ó mirándolo de fr

el empleo yo sería su patrón. Es de

con un empleo... y si me

Cuidar a una anciana e

eso? Acaso me ha e

una chiquilla pero ya

le habló

de llaves que la administre. Alguien que conozca muy bien la propiedad. Pidiendo i

andar, cuando Vidal sonriendo, le salió al paso cami

nar así. Me p

jer que conociera la casa a la perfección, algo en s

ldo que le paga la anciana ¿qu

ee que puede

dinero para sacar a su

miró inc

todo usted si es u

olvió a

de prisión y liquidaré los adeudos por los cu

ice? - preguntó e

y mismo podría ver a su padre y sin descontarlo de

re es usted? ¿Qué e

lario para una... - dijo Vid

da? - replicó l

lemente la atención en cada detalle del rostro de la joven. Se sentía extrañamente preso de su personalidad, de

al evitando verle al rostro -..

terés por una simp

é mi c

mo reprochándol

a nadie... Acepta mi propuesta ¿si o

re padre, estrechó la m

rumbo a su carreta-. La espero mañana a las ocho en punto en el

ritó ella- ¿Y qué

s ya debe est

sabía que y

colocándose su sombrero, para después subir a su

ontrados hacia él. Por un lado quería volver a abofetearlo, y sacarle los ojos al notar su sonrisa de super

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