e las estructuras encen
la noche mientras el río seguía co
r su abundancia, muchos ojos cristalizados se vieron en los reflejos de su
re el bello puente
o en su camino
stidos se alzaban entre esos torpes pasos y muchos
ada grisácea. Elevo en sus labios una pequeña sonrisa mirando todo a su alrededor con
ndo que sus sutiles aromas sean delicados roce
alegría. Una mujer cantaba a su lado anonadando a los presentes, hombres solteros suspiraron mirando a la bella mujer d
multitud más su voz fue
provocando torpes caídas y maldiciones que brotaban de sus labios. La mujer de cabellos neg
do ser y recibiendo m
amor y otras que tímidamente se sonrojaban sosteniendo sus manos. Hasta que sus ojos gr
stada voz surgió el
ban en medio del salón y estas frenaron provocando el pronto silencio en el lugar. El bullicio fue callado como si la tensión cr
rodillas sin ser capaz d
Doromila? -frí
murmullos surgieron. Ojos curiosos se cruzaban tratando de ente
dijo el rey mostrándose impo
de volver a decir palabra alguna por el mied
os se alzaron y las
Doromila -dijo el rey
a su rey arrastrando un bello vestido amarillento que brillaba entre los presentes más sus pasos elegantes fren
ban, los presentes esperaron ansiosos que alguna palabra brotara de es
suave tela azulina donde algunos bordes dorados se marcaban con elegancia, su corona dorada
era
mente ordenara t
n ocultos, una voz retumbo provocando su pronto abrir mas no que esos
curiosos seguían sus pasos y los murmullos no eran capaces
tiempo bailaron lentamente y otros se mantuvieron quietos como los cuerpos de los presentes. Ella freno y
aterciopelada y con un br
sus labios ocultos una pequeña
tan brillante. Sobresalían entre la oscuridad unos cabellos castaños, apagados y sucios, pero que entr
muchedumbre ocultándose detrá
sin mostrar su e
uardara silencio?
ete por favor -ella negó moviendo sus dedos blanq
rápidamente de pie y temblorosa miro a su rey,
r en silencio más parecía que la mujer pod
ose de melancolía, se volvían opacos y los ja
oz sollozante cuesti
ma y fue como si la melodía de la noche desapareciera entre ellos. Los cielos fuero
i los cielos estuvieran rompié
sostenía entre sus manos a su pequeño niño que aferrán
er de cabellos dorados que había en
carcajeo con esa voz aterciopelada y su
susurro del cual esperaba que nadie fuera capa
siabas! -grito el rey har
os dedos -. No fue lo que pedí, incumplieron lo p
se mantenían ondulados y brillantes sobre sus hombros. Los bellos ojos achocolatados que ocultaba bajo esas delgadas pestañas
ruzo sus ojos frí
rarla para observar como el rostro de aquel
nte su rostro. Sus labios se mantuvieron lue
queño recordatorio -murmuro girando sobre
que desaparecía pronto por esa grisácea noche donde los estruendos seguían siendo
ar las preguntas, algunas voces se ahogaron en l
vi
del palacio mientras los cielos furiosos retumbaban
us ropajes moviéndose ante el viento y sus fr
nal -pronuncio nuevamente con esa voz aterciopelada y delicada como si
atacar las estructuras grisáceas de aquel palacio. Ojos curiosos surgieron desde los ad
eas emprendi
siguió
se mantuvie
envolvió e
os y mostrar sus dientes blanquecinos. Esas perlas que brillaron en
o no volvi
an fríos y enfurecidos. Apretó sus labios y se mostró impo
go y solo el vi
ullos pidiendo que esa cruel tormenta disminuya, sin e
istalizados lo miraron ansiosos de sentir su cobijo. Él solo pudo suspirar ante
tierras. Todo se detuvo en sus pieles, los cabellos dejaron de envejecer, los ojos s
a n
a m
el tiempo dejo de cor