img El Corazón de una Princesa  /  Capítulo 4 Tercer capítulo: | 9.09%
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Historia

Capítulo 4 Tercer capítulo:

Palabras:2544    |    Actualizado en: 02/03/2022

TE! – grité

guardias pararon de impartir el castigo y yo perdí el control de mis acciones delant

no podía estar aguantando más esto, era algo injusto, por culpa de unos gobernantes crueles e injustos

maba las órdenes solo sin pedirme permiso a mí por lo que sentí como cada una de

con una voz que ni yo sabía que en mí existía

orpresa que seguramente todos tenían y

amudeó nervioso y hasta podía de

rden soldado – se volvió a r

o volteé a verlo furiosa, me importaba poco tener de fondo a todo el pueblo q

os guardias – No creo que el Rey quiera que arme un escá

murmuró audiblemente para mí

sto no es justo – m

el control – dijo con mucho más disgusto del que quisier

ar, los guardias con indecisión se vieron uno al otro para luego apartarse un poco de los ho

ECUCIÓN! – volvió a gritar el Rey – SIGAN O USTEDES SERÁN LOS EJ

hombres el valor que entró en mí hizo que perdiera el temor y que me importara poco lo que me sucediera. Me acerqué a paso decidido y cuando el brazo del soldado se balanceó para atrás yo tomé la punta de ese horroroso artefacto

me reconocía y por la cara d

z y me tomó por el brazo hacié

en un siseo, vi en sus ojos que no tendríamos una riña demasiado pacífica

stoy evitándote problemas, el pueblo no estará contento con

– apretó mi brazo lastimándome con fuerza y taladrándome con su feroz mirada con hambre de lastimar a alguie

calabozo – imploré sin que los demás se dieran cuenta, aunque el espe

ley, yo soy el Rey, ¿tanto te cuesta digerir el mensaje? Aún no es tu tiempo y todavía debes seguir aprendiendo

ágrimas de enojo e impotencia eran las que nublaban mi vista. Traté de soltarme de su agarre, pero

ía cómo podía. Les ordenaba a los soldados seguir azotándolos hasta la muerte co

escuchar los lamentos de los hombres y los sonidos

i muñeca y me atrajo hacia atrás del carruaje

tan vergonzoso y fuera de lugar? – me reprochó enojada y al mismo tiempo avergonza

or necesidad, porque no sabían que hacer, por desesperación, los están matando frente a

es, tú eres la Princesa de Costa Mein, lo que te debe importar nada más es que esta gente pague sus tributos a la corona, que en realidad te preocupe conseguir marido y que solamente

tiendes y creo que jamás lo harás – mi decepción era mayor a muchos otros momentos, días y años. Limpié m

porte o de juego – Por favor, te lo ruego – dije al momento en que no medí mis acciones y me arrodillé frente a él

olestándome? – siseó con f

en nada y beneficiará en mucho – rogué sin hacerle caso. El volvió a tomar mi brazo

pero sí me castigaría – A pedido de la Princesa, se les dará otra medida disciplinaria a estos mugrientos ladrones. Pasarán un mes encarcelados sin pan y sin agua – muchos ovacionaron el cambio mientras qu

ente hacia el pueblo, muchos de los que ahí estaban me sonrieron agradecidos, otros me veían con pena y otros con molestia, sabía que no

bres al calabozo. Mamá me jaló hacia el carruaje

que era más personal. Ahí era donde se hablaban los temas más importantes, complicados o con

por mi columna vertebral. Mamá se sentó en uno de los sillones mientras comenzaba a serv

rigió al ventanal que daba hacia uno de los tan

empezamos por ahí un gran listado le podría escribir, fruncí el ceño y crucé mis brazos – H

sin dejar de ver el suelo. Sentí como papá llegó hasta

yo apartaba mi mirada, sí, a veces no me sentía tan valiente, apartar la mirada era un escudo efect

rlo padre y aquí sigo – respondí

s a arrepentir querida hija – me soltó – Te vas a arrepentir de

cido, papá jamás me había amenazado

gan que no tendré permiso para salir de nuevo – sí, ya me habían castigado antes con eso, me valía poco si sa

presentaba de verdad peligro, no creía que papá me lastimar

ces? ¡Ha

te daremos un castigo ejemplar que esperemos te haga reflexionar y recapacitar – sonrió de lado

se trata?

a sentirme acorralada por alguna razón – Si antes habíamos respetado tu decisión y deseo de buscar a alguien y casarte por amor, ahora eso

. No, por favo

r cosa menos esto – me acerqué a papá de inmediato – Padre no, te lo suplico – volví a arrodillarme por segunda vez ante él y tomé su mano mientras una catarata de lágrimas mojaban mis mejillas – Eso no, un casamiento sin amor no

castigo a la altura, para que al fin entiendas que no puedes hacer lo que te dé la gana y más si nosotros aparte

castigos, eso para mí no es cast

te ganas por no escuchar, además nadie dice que no puedas encontrar el amor

an a hacer una buena elección – me paré del suelo furiosa – Mamá me diste tu pala

Shinees, no nos hagas tomar m

stigo ya me llevaron hasta las profundidades – mis lágrimas era

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