o en M
reglada para ir a misa porque finalmente era el único lugar además de la finca do
confirmación de tu hija? – pregunta Ester, a
ne que ser ya
ro el cura le pidió que esperara un mo
de rasgar y como eres buena costurera, creo que necesitas que te den unos puntos... – di
mento, hija? Prometo no demorarme.
te tranquila y yo te espero a t
lvo enseguida. – dice Est
esperando solo a su madre. Hasta que entr
pie sonriendo levemente y admir
abía alguien más allí a pesar del silencio. Todos en el pueblo sabían de su d
de las personas que esperaban la misa y su padre vendría a su encuentro, pero term
a? ¡Liberarme! - Preguntó ella trata
te a mis brazos, ¿verdad niña? ¬- Respondió acercando su ro
la sostuvo en sus brazos, sin im
ura, sorprendiéndolos en aquella pel
a ahora mismo, chi
ó a su hija a su lado, la niña toda
vino a mis brazos así de repente... - Atilio trató de defender
e la has asustado, como cuando
ucho los ojos y de todas las cosas que
mo una bomba, ¿cómo podía est
decir que recién te diste c
calme hablaremos de su confirmación. - dice el cura tratando de
– responde Ester, sa
muchacho, las niñas aquí son toda
benéficas de la iglesia. Quiero colaborar y para eso te invito a almorzar en mi casa mañana. – Atilio q
aciones, por supuesto sabiendo que un hombre rico co
é. – dice el cura, apre
y el cura comenzó a celebrar misa
mundo está notando tus miradas hacia atrás.
s ciega! Y no
Si su madre dijo
sos ojos? ¡Eso es un pecado! - Responde asqueado e inca
lujuriosa sobre ella en
e portarme b
n, el sacerdote se acercó
esta es la última proclamación del evangelio antes
ontigo sobre esto, aunque no me
lando con su mayor conquista, A
a de mañana. Atilio insistió en demostrar qu
e olvidaré de mi hijo, e
elia, no sin antes m
este hombre. –
upiera de su atrevimiento con
con las obras de caridad de la iglesia y hablaremos de eso mañana. – El sacerdote t
r algún anhelo político
ual sea la razón, lo que importa es que vamos a a
agradece todas las ofertas
empre. ¬– Responde el sacerdote, des
mientras regresábamos, no dejaba de pens
nunca he olvidado el sonido de su voz, er
tes? ¿Me persigue? ¿Qué podría querer
e es noble, rico y las chicas hast
ra él , algo fuera de su mundo de lujo y bel
enerme alejada de él, siento que
o a c
á en mí! – dice Atilio
asiados problemas con su condición y ellos tienen la e
desde el primer segundo Amelia, supe
s visto que no es como las otras mujeres de la
na mujer hermosa y atractiva, me vu
es el mi
íl
que siempre quise en la vida... ¿Por qué iba a ser diferente esta vez? ¿Por qué lástima? ¿Compasión? De ninguna
iguie
– dice Atilio cuando ve a Amelia ab
sa y agradable, recuerdo que tu padre, el Comandante, era un buen h
ombre, lástima que se entreg
ienvenida y serviré el almuerzo. – advi
a organizaciones benéficas ahora mismo .
óndeme, ¿estás
is padres nunca tuvieron la relig
ofrenda es importante que no solo seas de corazón, sino que estés en
egunta? – preguntó un poco incómodo,
upuesto
os candidatos a ser el esposo de su hija? ¿Por qué n
ras de Dios es impresionar a su familia? – Cuest
la pregunta, pero ella es tan hermosa y yo soy un ho
a Dios que intervenga en tu negativa a formar una familia y
de que su hija estará en buenas manos, por favor Padre, ayúdame a convenc
dejará a sus padres desamparados. – La respues
o, ahora
billetes y lo puso en l
destino a esta pequeña
a cantidad y de donde salían esos billetes seg
tió bautizarse pronto y el cura también prometió hablar bie
so es
rtió Amelia, asustada de ver lo que
stoy dispuesto a colaborar con
abes lo que realmente qu
o conmigo, acostarse en sábanas de r
reguntó Amelia, pero en el fondo
eta. Disfrutémoslo juntos mientras sea interesante para mí, luego le doy una linda cas
a alguien que ya sufre t
, para que parezca que voy
nto supo que Leonel estaba en la tab
acercarse y quizás ganars
momento? – preguntó Atilio, apoyando
egancia del chico. – respondió Leonel con las cartas en l
y se burlaron de la comparación, pero
postando? – pr
y unas cuantas gallinas. – r
su cama. Jugaron hasta tarde y el viejo volvió como siempre, borrach
a! - Murmuró el anciano, ya bor
uro. – insistió Atilio y lo colocó prác
che tocó la puerta de l
acho? – preguntó Ester, aver
no te importe. – dice Atilio entrando
onveniente, mi esposo después de e
casa buscándola, pero no tuv
to pensando en los pr
ar no es para ti. No te preocupes mi hermosa G
ré con mi cue
rra los ojos y se