omportas o nos sacan de aquí. Y no sé tú, pero lo que es m
mi despedida de solte
sentaba como una señora intachable. Tenía muy claro que al día siguiente sería un hombre casado. Ese hecho lo sentía como una soga en el cuello que se tensaba a cada minuto que iba transcu
la Mariposita tiene la noche cubierta, no puedes pretender llegar
ertar cada mañana viendo el rostro de una arpía viciosa, la misma que poseía una lengua de doble filo capaz de asesinar con sus palabras. De ella llegaba a molestarte hasta la tonalidad del cabello rubio, uno que presumía ser natural, cuando a la vista estaba que era una mala decoloración. El pequeño cuerpo sin forma y los
con total seguridad, que se trataba de un mafioso dedicado a los mismos negocios turbios que su progenitora. Parecía caer de la cama cada mañana vestido como un muñeco de pastel de boda, sin un á
de: te voy hacer ver el cielo para después abrirte en canal
en aquellos momentos verlo reírse de su desgracia, le provoca
eptar el destino y ames a tu futura esposa -se burló-. Aun no entiendo por qué te casas, ni por qué tu
había quedado junto a ella. Era obsesiva, una líder nata. En su compañía cualquier hombre llegaba a sentirse castrado, siempre se las a
nacimiento, cada vez que intenté sacar algo en claro ella se marchaba». Por la falta de información siempre había idealizado al hombre que lo abandonó, cuando era un niño creía que aparecería en cualquier momento y lo llenaría de cariño. Pero al ponerle rostro y leer tras la fotografía el nombre de Darío y Roxana,
a humano, un tempano de hielo que cobró vida por algún hechizo. Sin embargo, en las contadas ocasiones que vio am
media y le gustaba tornear el cuerpo pasando varias horas en el gimnasio. Su apariencia había sido el recordatorio constante de una procedencia casi desconocida. Una que lo había molestado desde siempre, porque al crecer en ambientes selectos y carecer de figura paterna, tuvo que sufrir los incesantes comentarios sobre ser adoptado. Sus compañeros de escuela argumentaban que lo más probable era que provi
la embarazó metiéndole un p
veintiséis años tenía superada la infancia, o eso era lo que decía siempre para no aceptar lo mucho
omodarla que su amigo sujetara uno de los pechos como si quisiera llevárselo a casa. Las actuaciones públicas cesaron y el local se había convertido en un centro de lujuria y descontrol. No import
s que no les importa ex
absorta en los movimientos sin importarle los gritos que le proferían. Había conseguido averiguar un poco sobre ella invitando a algunas copas y socializando con la gente, pero no lograba creer del todo que alguien de sus características y trabajando en un lugar como aquel lograra manten
tos. Pero cuanto más observaba los carteles de esa mujer, más sentía un magnetismo hacia ella que le
ó para adentrarse tras el escenario. Esperaba que Roxana no se encontrara allí, si lo veía pondría el grito en el cielo. Se ganaría un sermón y le echaría en cara
muy distinto al que daba a las habitaciones que pagaban los clientes por compañía más privada. Por el aspecto parecía ser el lugar destinad
ntad propia». Aquella idea siempre le había rondado la mente, cuando alcanzó la madurez pudo ve
tono de su voz irradiaba sensu
ces aquí
que se encontraba parada frente a él. La miró recorriendo cada una de las curvas que exponía, deteniéndose en las partes más femeninas. Estaba ebrio y no
es? -las palabras se deslizaron con seguri
rlona-. Si quieres algo de las chicas debes con
difícil llegar a esa pequeña M
do índice por el hombro desnudo de la
e terminar, pero por hacer ho
ro de la que sería su esposa necesitaba algo que
inferior como si saboreara lo que la joven podía o
chica lo miró con desconfianza, pero le indicó que la siguiera. Caminaron tomando u
es por el área del personal te sacarán a patadas. No queremos eso, ¿verdad?
apostar
uno de los dedos en las hebras y arrancarle la peluca. «Debo decirle a mi madre q
nas, recargaban la casi inexistente decoración. Era la segunda vez que pasaba por ese espacio, las pocas veces que había entrado al club siempre fue
te gritó cuando chocó con el
ce daño? -La vio n
un modo que le pareció falso y bajó el tono a un susurro-. Ta
-pregunt
í hay una habi
ir por la escasa vestimenta. Si pasaba las últimas horas de libertad con ella, sería otra mentira en su vida. La usaría para satisfacción perso
rviría para sufrir. Deseaba poder encauzar el camino con una muchacha que lo viese con cariño, pero ese pensamiento solo lo torturaba. Su propia madre le había negado ese derecho. Aún era joven para atarse de
el muro. Sonrió al pensar que no solo los clientes bebían de más, la pequeña de cabello oscuro parecía no saber ni por donde caminaba. La vio seguir en línea recta hasta chocar con la pared que
estado le permitía, y se acercó a la joven que no parecía tener intención de levantarse. Había flexionado las piernas y ocultaba el rostro entre las rodillas. En el moment
rente a ella, pero parecía como si no pudiese verlo. Nervioso tiró del cabello que tenía enreda
. La diosa seguía siendo hermosa al verla tan cercana, pero ya no parecía tal regia e invulnerable, más bien todo lo