, ya te vas princesa, a lo que yo sonreí y dije, pero será de un lago, sonreímos a carcajadas los
con Juan, y en su cara se notaba la preocupación, y es que yo no había not
grimas, me preocupe tanto por ti, dijo mi Susan que si
Chantal dice, Lana me tenías de un ala, ¿dónde estabas? Susan quería morir, cuando vi los ojos qu
dulta no tengo nada que decir. m
que la vida era así, injusta, pero sin tropiezos, porque mi corazón se aceleraba al verlo, porque sentí celos, es que
mis antiguos y favoritos planes, comer hasta explotar y
ien iba a pensar que la CEO de una gran empresa iba a terminar en la cama de un simple bibliotecario, pero si bien era cierto
detalles todo lo que había sucedido y su sonrisa al otro lado del teléfono no se hizo esperar, y es que yo er
vamente en mi plan favorito, estaba sola, mi hija Susan estaba con sus amigos de picnic, y mi Eithan estaba fuera del país con su padre, con mi hijo el tiempo se había vuelto muy limit
onó mi teléfono, u
ho
recuerdas soy Jo
48 horas, como estás, veo que me has lla
díamos tomar un café, tal vez dar un paseo j
é por un
mos en veinte minutos allí
nos
laje, me puse una chaqueta de cuero, y unos tenis deportivos que me hacían lucir un poco mejor, al fin de c
o lo había visto tan guapo, pensé para mis adentros, era una persona bastante agradable, dimos un paseo hablamos de la vida, y de nuestras personas, pasamos to
imagen de esos ojos color miel, juveniles, inocentes, puros, y brillantes como el sol, no podía borrarlos de mi memoria, inexplicablemente pensaba en Jhin, algunas veces eran pensamientos que no sobre pasaban más que lo tierno y especial, pero otras veces era necesario que volviera a las lecciones de Joak y acudiera a la auto.... pensando en él, esto últim
, y el novio de su mejor amiga, nunca habíamos tenido confianza y si bien compartíamos una clase la confianza entre los dos no era suficiente para que hubiera cercanía, no sé porq
hí para mí, ya llevábamos un mes de estar saliendo y nuestros encuentros casuales
s no me disgustaba para nada , su compañía en medio de mi soledad hacía que mis días grises tuvieran más color, es increíble después de empezar mi doctorado como mi vida había dado pequeños giros que me hacían sentir viva , antes de mis tre
mi amiga ideal, y cuando simplemente quería satisfacer mi pensamiento terrenal, ahí estaba Jonás, aquel hombre que la vida me había prestado, quizás por un momento o quizás por mucho, no habíamos formalizado nuestra relación, solo nos habíamos limitado a e
cer, todo era sumamente perfecto, nuestros encuentros cada vez eran más calientes y conocer nuestros cuerpos daba una ventaja absoluta
sto y había sido saludable para mí, pensé que ya lo había superado y que aquellos pensamientos no eran más que locuras de
na, tiempo
amisetas deportivas que marcaban todo su adorable cuerpo, su perfume juvenil y sus ojitos, ay pero que ojos, creo que mi obsesión e
, respondí con una voz señorera sacand
, sus dientes blancos hermosos mostraban su juventud , en ese momento más que nunca había visto de frente su rostro, no tenía una sola imperfección, se notaba sus pocos años, su pecho se estrelló con el volumen del mío roz
que me sorprendió en ese momento, y es que el no me fue indiferente, su mano sudaba y su
ser pensaba que
nsamient
ue para ser sincero su cuerpo curvo causaba en mí una sensación de querer tocarla, su piel era muy blanca, y aunque su cara mostraba el paso de los años no perdía esa belleza de una mujer juvenil, sus ojos eran b
erle pasado, pero al ver su rostro de furia cuando llegó a su hogar me hizo entender que algo no estaba bien, así que decidí alejarme por un tiempo, uno prudente en dónde ella no estuviera presente! ella es mayor que yo, pero en mi despertaba unos deseos inmensos de tenerla en mi cama,
o era envidiable, cualquier hombre moría por ella, por su cara preciosa y sus senos bien puestos, por supuesto que el hombre que había ganado ese lugar precisamente era yo, pero en el fondo de mi corazón mis pensamientos hace algún tiempo tenían otro rumbo, otro destino, ot
ra la respuesta a qué había pasado ahí, no era un hombre muy experimentado, pero sabía que alguno de los dos tenía