enda "E
do detenidamente, la nariz, sus pómulos, esa barba bien perfilada y el ceño arrugado en señal de concentración. "¿Y es casado? ¿Es soltero? ¿Es gay? ¿Es...? ¿Es un ánge
ó su boca para soltar unas cuantas malas palabras, pero se contuvo al ver Emiliano expectante por lo que saldría
y nadie en la coci
erámica? ¡Solo escupa cuanto es y juro por mi santa madre que está en el cielo y en la santa gloria de nuestro padre
reguntó Emiliano c
o se quedaron fijos en ella, Alicia pasó saliva con dificultad y solo hizo un movimiento de barbilla para girarse y dejarlo
s primeros auxilios, Sebastian se recargó en una encimera y se cruzó de brazos observando detenidamente cada movimiento. -Se nota que eres todo un hombre de negocios. -
Emiliano le explicó. -Tengo un par de negocios de tiendas de ropa, restaurantes, mueblerías, bienes raíces y a veces socio capitalista de empresas extranjeras
ién lo es, ¿No? Compró el bar de la entrada al pueblo y de ahí obtiene su ganancia si no se lo chupa en más alco
a veces en nuevos proyectos de personas que ya he invertido
emplo. -Seb
es en un proyecto en Toronto, es un negocio de bienes raí
zo una buena inversión de educación en ti. -Emiliano frunció su ceño, pero sabía que había un toqu
a al tanto de todo. -Emiliano respondió
que te fuiste de chamaco a los "Y
iario, aparte él viajaba a Manhattan un
? -Emiliano quería decirle un par de cosas como el hech
vechaba para alcanzarlo d
ya estaba empezando a molestarse. - ¿Acaso
de vestir en color negro, su hermano pensó: "Este tipo se la lleva en el gimnasio" -Bueno, tengo que
do, y al regresar, lo había escuchado. Podría jurar que nadie quería al jefe recién llegado, pensó un momento. Al entrar a la coc
hermano en la cocina que saliste corriendo
me he cortado con la
tu nuevo patrón, ¿Ya viste que ese si
señor Rodríguez. -re
no podía ponerse al tú por tú menos con él quien desde que entró a la hacienda a trabajar, la incomodaba, -pero
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a, a su lado sosteniendo su mano, Emiliano, del otro lado de ella, los dos hijos, quienes al parecer estaban aburridos en la misa. Al terminar, camino al panteón privado de la hacienda, Sebastian, Leonardo, Emiliano y el hombre que era mano derecha del difunto, don Oscar, cargaban el féretro en sus hombros, la gente venía detrás de ellos cantando las canciones favoritas del patrón, unos que otros murmuraban acerca del hijo menor que había regresado, varias personas lo recordab
. Alicia pensó que los chismes volaban rápido en ese lugar, que a pesar de tener vari
despacho, tiré la bandeja y quebré la
el padre comenzó a dar unas palabras antes de que bajaran el féretro al hueco que estaba esperando por él. El mariachi tocó un par de canciones, mientras el féretro bajaba lentamente, doña María lloraba abrazada a Emiliano, Sebastian y Leonardo, llevaban e
naba detrás de ella sin retirarle la mirada, ya que juraba que en cualquier momento ella podría desmayarse. Al llegar a la casona, Emiliano llevó a su madre hasta la habitación que c
rado en misa y ni en el entierro, aun no entendía que su padre realmente se había ido. Acercó sus dos manos al rostro de su hijo cuando le
siento que entrará en cualquier momento y me regañará por no defenderme de mis hermanos c
defenderías del mundo, -hizo un movimient
me el caballo que me compró para mis treinta años. -cerró los ojos y cayó de rodillas frente a su madre, bajó la cabeza y comenzó a llorar con más fuerza recordando todo lo que hablaban por teléfono, por videollamada, por mensaje, cuando él viajaba a Manhattan cada fin de mes solo para ir a verlo a él y pasar tres días juntos. Sabía Emiliano que su padre lo amaba, a su manera, pero lo amaba. Las
a de frialdad ahora de adulto, su padre aún podía ver al niño al que amó con todo su co