EN LOS BR
ipe la había resca
desierto de Ramal Hamrah y de repente se encontró en el m
que Lucy había recibido en toda una vida carente
o Hanif tenía un
enzó a preguntarse si podría ayudarlo a san
itu
erde que vio ante sus ojos. Fue solo un espejismo. Había leído todo lo q
siquiera un espejismo fue suficiente para distraerla de su precipitada carrera por
ación por satélite, ajustó la dirección y luego se ob
había vegetación excepto alguna que otra maleza cubierta de polvo, motas de color en el paisaje vasto, seco y va
nturón de seguridad que ella soltó el volante. Antes de que pudiera reaccionar, una de las ruedas delanteras golpeó algo tan fuerte que el vehículo se inclinó hac
los ojos para escuchar una lenta destilación. "Podría ser el líquido de f
nturón. El aroma a gasolina se hacía cada vez más fuerte. El pánico se apoderó de él, trató de torce
to, ya llegué
u cerebro porque, aturdida como estaba, luchaba frenéticam
te m
tono lo que la dejó inmovilizada. Fue a la hoja reluciente de un cu
e lo que podía soportar y L
eraba no lejos del vehículo. Después de colocarla sobre el caballo, se subió a la silla, aún oliendo el intenso aroma que flotaba en el aire caliente. No había tiempo para bromas, así que la rodeó con un brazo sin mirar su cuerpo y, con las riendas en una
uien la abrazaba y le hablaba en voz baja. La parte de su
ía haber inducido a Hanif a pone
la muerte. De repente, el viejo sentimient
la sala de emergencias, incluso tratando de persuadirlo para que se