o fuese, derrocar a un hombre que había sido electo con los votos de la mayoría de un pueblo luchador. Los malévolos ataques eran dirigidos a mansalva, acabando con las
los partidos políticos habituales se darían cuenta de que con aquellos sucesos llegaba el fin de cuarenta años de sus presencias protagónicas en el gobierno. Jesús iba pasando justo al
mento había llevado una existencia apacible, una vida normal como cualquier hombre a su edad. En la misma le habían sucedido muchas cosas, algunas de las cuales no muy gratas. Afortunadamente habían sido más las placenteras. Del mismo modo en su trabajo, rutinariamente resultaba testigo presencial de cualquier tipo de tragedias en muchos seres. Era enfermero y evidentemente en el ejercicio de su arte, tenía que estar constantemente cara a cara con sucesos desastrosos y hasta co
a intención que tenían los insurrectos. El palacio presidencial quedaba muy lejos de ese sitio, aun así, había soldados por doquier. Eso le contrarió demasiado tan pronto salió del hospital y se dirigía rumbo a su casa. Ardía de ganas de ver a su hijo. Su bebé de dos años a quien adoraba con toda su vida. En un primer momento pensó que se trataba de alguna maniobra planificada o algún día festivo, en los cuales se llevan a cabo ejercicios militares; pero esos disparos no eran de mentira. Realmente se ha
golpistas incendiaron todo a su paso. A la vil fuerza, tomaron las instalaciones de una televisora del Estado para hacer llegar el mensaje mezquino. Con tan soez finalidad, mataron a los celadores que estaban de guardia a esa hora, sin importarles un bledo que esos pobres trabajadores dejaban esposas e hijos en las más completas soledades y penurias. Veintisiete años después, un tipejo que fue el segundo al mando en el
a los violentos, casi que dirá con una biblia encasquetada en el "sobaco". Al mismo tiempo, toda vez que exaltará la paz, en su mente un baile de divisas se presentará cuando llegue a pensar en los guisos con los que esa cuerda de ladrones, restarán el dinero de las arcas públicas; el mismo que supuestamente el imperio se robará. Paz con hambre como que nunca se habrá de mezclar. Jesús, tan pronto sintió aquel horrendo chifle llameante pasar justo frente a sus narices, observó incrédulo cómo aquella persona que
go tan atroz. No sabía realmente lo que estaba pasando. En un asomo repentino de un instinto de conservación, corrió hasta un sitio cercano que consideró algo seguro. Pensó resguardarse en ese espacio. En su veloz carrera esperaba con una agonizante sensación, que una bala certera hiciera blanco en su humanidad. Gracias a Dios y a sus tantos ruegos, nada le sucedió. Ya en su refugio, compro