me aturdía su ruido. Las brazadas que daba tratando de llegar todo lo rápido que podía no las sentía suficiente. Pataleé con toda mi fuerza
ua la vi botar su última bocana de aire, cuando presa del pánico abrió su boca quizás pidi
y mi alma vol
ía abandonado. Sus ojos café y verde, estaban enrojecidos y aún desbordaban miedo. N
mento en que mi subconsci
itar carcajearme de mi mismo
mi espalda-le expliqué riéndome, eso
un infarto, ¿Cómo me decía eso en un susurro mientras enredaba sus piernas e
diversión de son
apareciera, así que me tomé mi tiempo, después de todo, estaba
rque me importaba poco si me lo daba o no, comencé a masajearle el musculo acalambrado. Mi hermano
on olor a coco por el protector solar idiotizaban mi razonamiento. Yo quería aliviar su dolor, pero esta se
onversación de mis tatuajes y eso m
riel podía ser un grano en el culo cuando quería, y defini
que hacía, desde hace rato que pude haber parado el masaje
stré-. El de la pantorrilla y otro más que
la dulzura de voz se perdió junto con la
en cuanto lo hiciera Gabriel y yo t
en el trayecto. La miraba descansar a través del espejo retrovisor, sin que ya no me importase cuantas veces Gabr
ayese. Tenía el sueño bastante pesado, porque no sintió cuando le solté el cintur
en mi cuello, la escuché murmurar algo en sueños "am...es" y me fue suficiente para desear que fuese mi nombre; y entonces ella se acurrucó en m
ra encendí la luz para no despertarla. Lucía tan adorable mientras dormía que abusé dándole un beso
a saber que Amel
-murmuró con s
u cuarto-le exp
nzó a quitar la ropa, quedando una v
é ha
puedo dormir así-me exp
n impulso pícaro que me salía muy espo
la oscuridad del cuar
luz que se filtraba desde la calle a través
solita-r
uían cerrados, lo que solo aumentaba la locura de lo que estaba haciendo. Tenía que irme de allí porque
e su traje de baño y me dejó petrificado en el medio de su habitación, sin moverme, sin respir
tan suaves como estaba muy seguro que se sentían y me moría p
n y me permitían admirar lo que en definitiva tenía que ser
or adaptarse a la oscurida
y se deslizó una camiseta con tirantes, que cubrió la silueta desnuda de sus senos de mi mirada. Finalmente se colocó un pantalón largo de pijamas y se su
poderosas, mientras yo deseaba tener algún súper poder es
esorbitado y tuve que agarrarme a las paredes cuando mis piernas se volvieron de gelatina y mi entrepiern
de copiloto, escuchando mú
ntras abrí la puerta trasera
faltaban palabras para describir el colapso nervioso
stiada. Me acosté boca arriba
nto y Gabriel apagó la música a
ico que atiné
tas, no había rastro de burla o interés mal sano en su cuesti
mal m
a lo que pasó ni lo que
omento, aunque sabía que mo
unque no desaparecía del todo, por lo menos ya no era tan dolorosa. Pero no era la erección lo que me per
a. Me paraba el corazón y me
po, el cortocircuito que Amelia me causó com
el momento indicado, era empático y muy sensible a los sentimientos de las personas, p
a?-preguntó finalmente
esado en alguna chica, y mi respuesta siempre era la misma «nada», porque con ninguna per
n Amelia me