studiar el día de hoy. Él tenía esperanzas de que fuese en casa de Marypaz, pero Amelia fue la que terminó dándole su teléfono y la dirección de su casa.
iel que me recordase la dirección, pero él se me adelantó a llamarla cuan
que le avisarí
e hacerlo varias veces lo que se logró mi exasperación, odiaba que me h
on agotarse escuchamos unos p
io de un inmenso bostezo que casi nos traga. Sus ojos se agrandaron de tal forma
puerta en nuestras narices. Fue imposible que no comenzara a reír, mi hermano me miró extrañado, c
súper poderosas con unos pantalones cortos que dejaban a mi vista lujuriosa sus piernas. Esta vez no había prenda alguna que ocultara sus generosas curvas de mi mirada. Su cabello estaba enmarañado, a
sus caderas, su cintura, sus senos, incluso sus pies descalzos que se me antojaban tan sugestivos, que cuando por fin la miré al rostro, encontré esos ojos clavados en
yo deseé arrancárselo. Los odiaba, unas pier
ernas mi bolso, quizás así no se notaría el bulto de mis
escaleras, iba a cambiarse la ropa; pude ver otra vez su redon
otase mi voz ronca y libidinosa, tra
i entrepierna palpitase con fuerza. Desvié la mi
frase que le dije hace unas noches, tratando de imi
ra un pantalón muy corto-me excusé, pero el
e agachado un poco, tend
dvirtiendole, no me sentí cómo
nsanchó cuan am
uché sus pisadas en la escalera. Solo le di una pequeña mirada y fue más que suficiente para ver su cambio. Iba co
e enfocado mientras ella mordisqueaba la punta del lápiz cuando repasaba una idea, mientras arrugaba la nariz cuando no l
en un estúpido cuando me miraba de esa form
ntes, y yo concentrado en ella. De vez en cuando me miraba, como si mi mirada le pesase o como si quisiera también entablar una conversación conmigo, pero era yo quien no podía pr
e chica, una que me intimidaba, que me
s dulces, poemas entero
ausência.- Iremos por helado, trata de no portarte bien en mi
hablar, y aproveché de responder algunos de los correos que recibí sobre los locales. No quería moles
pero soné más brusco de lo que
falta de educación. ¿Siempre eres así de
n los típicos "bad boys" y terminan tocando los dibujos en mi piel, como perfecto cliché literario; y las chica
timidaba ni un poco, mis tatuajes no hacían que me saltara encima presa d
fuese así, resul
gí hacia las escaleras de su casa. Necesitaba conocer más de esta chi
equeño escritorio, que servía también de cómoda con varios papeles, un cocodrilo de pisapapeles y lápices de muchos colores, un closet que se me antojó pequeño, una biblioteca con vari