orque esta es todo menos una de esas historias, ya que para Mía Cohen el amor ya había tocado a su puerta, ese clip al ver al hombre de sus sueños ya lo había experi
resarios, y gente adinerada solicitaban sus servicios para que decorara sus casas o edificios, sin contar a las celebridades que
rmedad, ahora con veintisiete años podía decir orgullosa que ella sola había llegado a donde estaba. Sin la ayuda de nadie, sólo su perseverancia. Para Mía el trabajo era su vida, su mundo, todo lo que o
sa con acabados barrocos, esta había sido construida en el siglo diecinueve, era una casa de historia, no podía creer que quisiera destruirla para m
de sus sueños, si tuviera una familia e hijos, como no era así, estaba bien viviendo en su pequeño departamento en uno de los
equeña broma-. Quiero que conozcas a la persona que me vendió mi próximo hogar, bueno después de que tú hagas lo pertinente. -Era extraño, Mía no acostumbra a socializar, y menos con los vendedores de los
to de Leonar cuando de pronto se topó con un hombre mucho más alto que ella, corpulento, de sonrisa encantadora y mirada coqueta. Si, él era su tipo ideal, aunque la mayoría de las vec
eonar sonrió al presentarla. Para Bruno tampoco pasó desapercibida, era una atracti
r modesta, en realidad lo era, no había nadie co
compra. -Sirvió una copa y se la extendió con amabilidad-. Pero déjame sa
tal y como esta, pero si dijera eso te perdería como cliente. -Rieron an
celular, el cual estaba sonando sobre su mano y
miro de soslayo a Bruno, quien la mira
-Bruno dijo acercándose
socarrona que dejo babeando a Mía, ella
n bienes raíces. -M
-Pensó que tal vez l
s o renovaras las casas ya construidas, las ventas se di
o en el saco de su traje y sacó una pequeña tarje
ores empresas de bienes raíces y hacer una alianza de ese tipo sería muy favorable para su empresa-. ¿Es verdad lo que dices? -Aún estaba escéptic
le digo a mi jefe que aceptas trabajar con nosotros y que y
mocionada y de verdad creía que a partir de ese momento todo sería mucho mejor. No solo en la parte laborar,
hombre de edad adulta con exquisito gusto por la moda, de ahí venía el afán de enlazar su comp
elazo su mano con la de Mayl
ar con usted. -El hombre asinti
salida. -Estaba encantado de hacerlo. Bruno miró
todo lo contrario. Mía había creado bien la fachada de su empresa, el ser mujer ya era un problema en un mundo donde los hombres dominaban por su género, así que decido adoptar la imagen de una mujer fría y calculadora en fr
lla por ser mujer, ahora en ese momento, le hubiera gustado saber que pensaría su padre de verla hasta donde había llevado la empresa sin la ayuda de ningún hombre. Esa era la razón por la que no sabía exactamente como actuar cuando alguien como Bruno le atraía, Dallas creyó que esper
r que Bruno hacía mu
ra escuchado bien y es que aparté de los rumores, Mía era una mu
un momento se pregunto si era amor lo que sentían. ¿Qué decía? Apenas se conocían. Era una pensamientos tonto viniendo de ella. Esa idea la des
r a comer ahí? -Le encantaba la comida Italiana y más la forma en
subieron al auto de Dallas para
o noto, o el amor que sentía por él, la cegaba duramente, todo tenía sentido en ese momento. Bruno no dejo entre ver sus verdaderas intenciones, él se escondía bajo la fachada de h
rsos siempre fue un problema para él, por eso decidió vivir en la ciudad, lejos de todo lo que le recordará su antigua vida, le gustaba aparentar que tenía dinero, que era alguien con un bue
ella, el hecho de que después de meses de noviazgo no hubiera conocido a sus suegros, alegando que siempre se encontraba de viaje, en como la ma
bre peso, la ansiedad la consumía al no ser el hijo varón que tanto quizo su padre, así que se refugió mucho en la comida, después de años de luchar con esa enfermedad pudo por fin liberarse, poder llevar una vida más sana y por supuesto tomar la esbelta figura que hoy mante