n el seno de una familia adinerada, pero a pesar de
recibía era de nivel superior; era la heredera de una cuantiosa fortuna y por ser su única hija no le quedaba ot
madores de barcos, era un apellido de tradición en negocios multimillonarios, y su padre Alfred Hawkins ha
eo, con un genio de los mil demonios y la astucia suficiente pa
, quien siempre se quejaba de cómo ella la trataba y que no necesitaba de mimos y de arruma
era en carácter, la viva estampa de su padre, solo heredó de ella su extraordinaria be
cía con destreza, caminaba apenas con sus doce años con una elegancia y su cuerpo, el cual ya
or rojo, nariz respingada y perfilada, que sería la envidia de cualquier cirujano
de orgullo; y más al saber lo implacable que sería en los negoc
o que poseo?- preguntó su padre al
jada por estar acá
ían que le gustaba todo bien hecho y a tiempo, así que todo el personal,
quita tu cara de severidad y vámonos- fueron
eza en señal de disculpas, los padres y ella salieron hacia el campo
isma jovencita le había dicho: "no estoy para ver la cara de tantos idiotas".
ues la pequeña patrona estaba arribando a sus hermosos doce años. Su p
iempo de disfrutar sencillamente, así que, antes que se te vaya la niñez, disfruta, porque la vida de n
en una de sus mejillas- prometo disfrutar,
plir con lo prometido a su padre; estuvo revisando cada rincón con los em
señores, buenas noches- y salió cual reina entrando en la casa y dejando
jama y se metió en su cama, quedando profundamente dormida a
y esbelta, pelo rojo fuego, con sus ojos color azul que era muy raro entre los pelirrojos, pero el
decía que las fiestas solo eran para perder el tiempo y s
especiales para conocer personas y a él le encantaría pre
o social, hija- dijo Alfred muy sabiamente- deberías aprender e
é lo que haya que hacer- dijo ella, con gesto hur
años. Se preparó para salir, porque ese día, más tarde, tendría una reunión con un posible socio, Merritt Downey. Este h