img Robando tu dulce inocencia (Besos Envenenados)  /  Capítulo 5 5 | 100.00%
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Historia

Capítulo 5 5

Palabras:1153    |    Actualizado en: 20/11/2022

lando una guerra-,

do la raja de mi vestido para coger la pistola que tengo

Sebastián a mi lado. Esquiva sin esfuerzo todas las balas que le llega

minar bien y me frenaba. Mi decisión me dolió pero agarré la t

ola para apuntar y disparo a un hombre que sé que venía a por Sebastián. La bala

onido de los disparos se disparó hasta q

cabar con el caso, pero estoy

re de los cadáveres que yacían allí, las altas ventanas de cristal inoxidable estaban agrietad

los que habíamos disparado. Levantó la camisa del hombre, r

r-, m

vivos llévalos a la cantina -, exigió S

ar de hacer el

ncredulidad, -sabes que e

stián se puso delante de mí y me levantó la barbilla. Su

las que llevaba. Llevé mis manos a las suyas y la sujeté con fuerza, usé todo lo que

y levanté su cabeza por la barbilla, como él hizo conmigo. La única

a. Salgo apresuradamente por las puertas dobles y, para mi s

sólo el p

AST

permitir que una mujer te falte tanto al respeto?- Cue

sitio. Intento por todos los medios nivelar mi

la bodega Sergio-,

locando sus dedos en el lado del cuello de un

bría ejecutado antes de que pudieras decir un

so habría sido su muerte si no fuera por el baile anual, el único

de se reunían diversas mafias para fingir que disfrutaban de la presencia de sus enemigo

ninguno de estos bailes, ni siquiera cuando tenía reuniones privadas con mis alias. Tampoco me l

ero con un escáner. Después de escanear mi mano, la

o de mis enemigos jurados que alguna vez tuvieron o pensaron en traicionarme. También tenía a los famili

nico ruido que se hacía y me emocionaba saber el miedo de la gente de aquí abajo. La sangre me estallaba al pens

e gustaría agua

e cabeza y el guardia apartándose de mi camino, entro para ver a un hombre atado a u

cerco a la mesa que tenía más de un

invitado a ningún V

uchillo afilado y una risita baja se escapa de mis l

egoísta que decidió darnos una oportunidad a mí y a mis herm

ncilla pero nunca recibí el reconocimiento que merecía. Así que finalmente me harté y decidí aprovechar lo qu

golpe, fue un éxito y una victoria para lo

s de meterme miedo. Nunca he sido de los que pueden controlar la ira, así q

amente y deja e

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